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Venezuela, mentiras, invasión de Estados Unidos

El terror que justifica las bombas de las mentiras


EE.UU, 19 nov.-Decir con exactitud cuántas muertes ha provocado la Guerra Global contra el Terrorismo, desatada por Estados Unidos en 2001 tras los ataques con aviones a puntos neurálgicos estadounidenses, es imposible. 

Algunas fuentes hablan de 900 mil víctimas; otras, más recientes, superan los tres millones, en su mayoría inocentes.

Los sucesos del 11 de septiembre de 2001 dieron a Estados Unidos el pretexto para masacrar en nombre de una guerra contra el terrorismo que convirtió —si ya no lo era— a ese país en un gobierno terrorista que
bombardeó escuelas, acribilló inocentes, torturó impunemente y normalizó prácticas que hasta ese momento se ejercían con mayor discreción.

Horripilantes son las historias que trascendieron de la tristemente célebre cárcel ubicada en la ilegal base naval de Guantánamo. Allí se recluyeron cerca de 800 personas de más de 40 naciones, y la inmensa mayoría nunca llegó a ser juzgada: otro daño “colateral” de la guerra contra el terrorismo.

Por eso, cuando el Secretario de Estado del Imperio anunció que el Cartel de los Soles sería catalogado en los próximos días como una organización terrorista extranjera, muchos comprendieron que se trataba de una escalada en las agresiones contra Venezuela y contra América Latina y el Caribe.

Aunque el Cartel de los Soles, supuestamente encabezado por el presidente Nicolás Maduro, es un argumento sustentado en fantasías y mentiras, no sería la primera vez que, usando falsos pretextos, Estados Unidos bombardee naciones.

Recordemos las pruebas presentadas por George W. Bush y Colin Powell en la ONU sobre las armas de destrucción masiva que supuestamente tenía Irak y que, luego de arrasar y saquear ese país, nunca aparecieron. También podemos hablar de Libia y de la imperiosa necesidad que, según Washington, tenía Estados Unidos de proteger al pueblo libio del supuesto tirano.

No es nuevo que las mentiras y la manipulación allanen el camino de las bombas. Para eso, Estados Unidos cuenta con una maquinaria mediática bien engrasada que convence, genera miedo e influye en los sentimientos y percepciones para justificar sus agresiones. Ese mismo mecanismo lo vemos activado ahora con Venezuela, enfrascado en mostrar un “narcoestado” en medio de una supuesta lucha contra el tráfico de drogas.

Narrativa que se reforzó luego de que, en un acto de pura desfachatez, Estados Unidos pusiera precio a la cabeza de Maduro.

Es evidente que Marco Rubio y una sangrienta camarilla en los centros políticos estadounidenses ponen todo su empeño en que en Venezuela comience la guerra, y lo hacen desde la seguridad de miles de kilómetros, en oficinas donde se construyen las falacias que seguirán engrosando la lista de víctimas de la supuesta lucha de Estados Unidos contra el terrorismo.

Todo puede esperarse de un gobierno que ha desempolvado los más maquiavélicos y mortíferos manuales, que continúa con ataques selectivos, asesinatos televisados y aplicando otra arista menos abordada, pero
igualmente dañina: la congelación de activos y la persecución económica y financiera.

Venezuela ya ha pasado por todas esas etapas, y no solo bajo la administración Trump. Fue Obama quien la catalogó como una amenaza inusual para la seguridad de Estados Unidos y echó mano de los activos de la nación latinoamericana. Inglaterra, recordando sus tiempos de corsarios y piratas, se robó más de 40 millones de dólares en oro que Venezuela había depositado en bancos radicados en suelo inglés.

Hoy Venezuela enfrenta una gran amenaza, y junto a ella toda la región. Por eso es necesario acompañarla en su lucha por la verdad y por la paz, esa que tantas veces se ha mancillado por las bombas de la mentira. (Texto y Foto: Cubasí)


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