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Calixto García Íñiguez, su huella en la historia


El 11 de diciembre de 1898 falleció Calixto García Íñiguez, Mayor general del Ejército Libertador, combatiente de las tres guerras independentistas de Cuba, abatido por una pulmonía fulminante, mientras cumplía con su deber en Washington, donde reclamaba derechos para los integrantes de esa fuerza.

Los mambises estuvieron a punto de ganar la Guerra Necesaria iniciada por José Martí en 1895 y aun así fueron licenciados sin justicia ni reconocimiento por el gobierno de Estados Unidos, ocupante de la nación.

Paisanos del General García lo llamaron en su tiempo el León holguinero, por su bravura y destrezas en el campo de la estrategia militar. También quedó para siempre la frase del Apóstol José Martí cuando lo calificó como el hombre de la estrella en la frente, en alusión a la cicatriz en su frente por un disparo autoinflingido y como distinción por su honrosa trayectoria.

Llegó al mundo el 4 de agosto de 1839 en la ciudad de Holguín y muy temprano asumió faenas en el mundo del comercio, en tanto que estudiaba de manera autodidacta con el propósito de hacer carrera universitaria.

Desde su terruño natal pasó a vivir en Bayamo, luego La Habana y, por último, en Jiguaní, Oriente.

No pudo alcanzar su soñada instrucción superior, pero en Jiguaní dirigió y trabajó en el tejar perteneciente a su madre, Lucía Iñiguez, y se casó muy joven con Isabel Vélez, con quien formó una familia de seis vástagos.

Cuando estalló la primera guerra el 10 de octubre de 1868 se vinculó con la campaña desde el 13 de octubre.

Enseguida comenzó a destacarse, primero al mando del General Donato Mármol, y más tarde integró el Estado Mayor del General Máximo Gómez.

Se volvió muy eficaz en el combate con aporte de estrategias propias; gracias a la rapidez de su inteligencia natural, su creatividad sobresalía.

Incluso hizo gala de conocimientos técnicos por su hábito de superación autodidacta que nunca lo abandonó.

Fue el general que mayor empleo llegó a hacer de la artillería; planificaba al detalle el asedio de comunidades y urbes, así como los asaltos de columnas enemigas.

Participó en la Guerra de los Diez Años (1868-1878), la Guerra Chiquita (1879-1880) y la Guerra Necesaria (1895-1898).

En septiembre de 1874, el enemigo lo cercó en San Antonio de Baja, próximo a Bayamo. Prefirió morir por propia mano antes que lo capturaran los españoles y se disparó debajo de la barbilla. No consiguió su fin: la bala salió por la frente y dejó una cicatriz.

Lo hicieron prisionero y en estado grave fue enviado a cárceles de la metrópoli, donde permaneció cuatro años. Poco después del Pacto del Zanjón, el 10 de febrero de 1878, recuperó la libertad.

Viajó a Nueva York con el propósito de preparar la guerra y allí presidió el Comité Revolucionario Cubano que alistó la llamada Guerra Chiquita.

De nuevo en Cuba por esa campaña, se sintió enfermo y al ver que no existían condiciones para la lucha, capituló el 3 de agosto de 1880 y es deportado a España.

Al comenzar Guerra del 95, decide volver a Nueva York, para desde allí incorporarse a los combates.

Desembarcó en Cuba el 24 de marzo de 1896, al frente de 78 expedicionarios, por el enclave Maraví, al noreste de Baracoa.

Tras la caída del Mayor General Antonio Maceo, el 7 de diciembre de 1896, fue nombrado Lugarteniente General del Ejército Libertador, y mantuvo el cargo de jefe del Departamento Oriental.

Cuando Estados Unidos intervino para frustrar la independencia de los cubanos, dirige a los mambises a la toma de Santiago de Cuba, pero luego las tropas invasoras les negaron la entrada a la ciudad.

La dignidad del General García lo hizo renunciar al cargo de jefe del Departamento Oriental y dirigirse con sus tropas hacia Jiguaní.

El Consejo de Gobierno lo destituyó del cargo de Lugarteniente General del Ejército Libertador. Días después logran la entrada a Santiago de Cuba, donde fue objeto de un gran recibimiento popular.

Fue elegido delegado a la Asamblea de Representantes de Santa Cruz del Sur y al frente de una comisión viajó a la capital estadounidense con el fin de procurar el reconocimiento de ese órgano, así como los recursos necesarios para el licenciamiento de los miembros del Ejército Libertador.

Durante esa gestión, enfermó de pulmonía y falleció el 11 de diciembre de 1898.

Se frustró la causa cubana y no se logró justicia para los combatientes. Pero la bandera plantada por el General García tiene un lugar en el panteón de los padres fundadores de la nación cubana. (ACN) (Foto: Tomada de Internet)


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