
La Habana, 15 dic.- Los resultados de una interesante investigación científica atañen a muchísimos cubanos porque más de la cuarta parte de la población de esta isla es mayor de 60 años.
Se trata de un estudio llevado a cabo por estudiosos de la Universidad de Dalhousie, en Canadá, quienes concluyeron que envejecer no es un declive lineal, sino de un proceso con un "punto de inflexión".
Han puesto números a la fragilidad humana concluyendo que, biológicamente, entre los 73 y los 76 años es el intervalo en que el cuerpo pierde la batalla de la resiliencia.

Dicha investigación se basó en el análisis de casi 13 mil individuos, monitoreando su "índice de fragilidad" a lo largo de décadas.
Este indicador, que considera desde enfermedades crónicas hasta la capacidad para realizar tareas cotidianas, ha permitido identificar una peligrosa zona de riesgo y más puntualmente, el entorno de los 75 años.
Es en esa encrucijada de los almanaques cuando hombres y mujeres por igual, se ven aquejados de nuevos problemas de salud y lesiones cuya frecuencia comienza a superar consistentemente la capacidad de recuperación del organismo.

“Más allá de este punto de inflexión, la pérdida continua tanto de robustez como de resiliencia conduce a un aumento brusco del índice de fragilidad y a un aumento proporcional en el riesgo de mortalidad”, precisan los autores.
Además, anteriores indagaciones ya habían indicado lo que esta ratifica en cuanto a la no linealidad del envejecimiento. Una de ellas, centrada en los cambios moleculares asociados al envejecimiento, determinó que el primero de estos cambios drásticos se produce alrededor de los 44 años y un segundo ocurre en torno a los 60 años.
Otra indagación refiere que cerca de los 50 años ocurre otro punto de inflexión luego del cual los órganos y tejidos envejecen más rápidamente que en décadas anteriores.

Con el porte reciente de la canadiense Universidad de Dalhousie la ciencia confirma que el envejecimiento cuenta con umbral determinado cuyo cruce marca el punto de no retorno.
Se trata de una revelación que además de su valor científico, plantea, entre otras urgencias, una reevaluación de políticas de salud pública y de asistencia social.
Prevenir es la clave
El asunto no es tratar dolencias una vez instaladas, eso ya es sabido. Pero ahora se conoce que es muy importante empeñarse en eliminar factores de estrés y riesgos de todo tipo, así como en fortalecer la salud sobre todo antes de que se cruce ese umbral.

Parece ser que la batalla por una longevidad con calidad de vida se gana o se pierde sobre todo antes de los 75 años. Aunque estimulante, no basta con lo tantas veces repetido por el grupo de la Vieja Trova Santiaguera, aquello de “Joven ha de ser quien lo quiera ser, por su propia voluntad”. ( Fuente: Cubasí) (Fotos: Internet)