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Proyecto 2025, estados unidos, Trump

El proyecto 2025 y Trump


A estas alturas del año es lógico preguntarse qué puede esperarse del imperio para el 2026, en particular en materia de política exterior.

Ciertamente hacer ese ejercicio es bastante temerario, sobre todo tomando en cuenta la histriónica e impredecible manera de actuar del Jefe Trump; asimismo porque como se ha expresado reiteradas veces, el mandatario suele usar los acontecimientos en el exterior, muchos de su propia factoría, como tapadera mediática de los problemas internos que enfrenta. 

A pesar de lo anterior, ahí está el llamado Proyecto 2025, para aclararnos dudas y para develar cuales son los objetivos fundamentales y el mandato que debe cumplir el actual inquilino de la Casa Blanca, en lo que resta de su mandato. 

Publicado en abril del 2022, el Proyecto 2025 fue elaborado por la Heritage Foundation, tanque pensante destacado por su ultra conservadurismo con esteroides; para ello convocó a unos 400 pensadores de ese corte, y contó adicionalmente con la contribución de unas 100 organizaciones, tan o más conservadoras que la propia Fundación de marras.

El Proyecto 2025 se presenta como una plataforma de gobierno, con pretensiones de abarcar los más variados asuntos en “apretadas” 900 páginas.
 
Presenta una propuesta de políticas en defensa, economía, seguridad social, inteligencia, educación y otras. También dedica un espacio vital para delinear la mejor política exterior para en pocas palabras, salvar al imperio en su calidad de tal. 

En ese sentido, claramente el Proyecto establece una hoja de ruta de lo que debe hacer un presidente republicano, es decir Trump, convocado a aplicar lo sugerido de forma expedita, estableciendo un plazo de los primeros 180 días de gobierno para dicha instrumentación.
 
Como fue elaborado tres años antes de su materialización, el Proyecto habla de una “transición presidencial”, es decir, que debe hacerse para ganar las elecciones, que comprende identificar los candidatos más apropiados para aplicarlo, integrando a los futuros colaboradores del eventual presidente republicano.

Desde el punto de vista ideológico, el Proyecto propone entre otras cosas restringir los derechos reproductivos, limitar las regulaciones ambientales, reforzar políticas migratorias, y reducir el tamaño del Estado.

También aborda la llamada teoría del “ejecutivo unitario”, según la cual, todo el poder ejecutivo debe estar bajo control directo del presidente, que obviamente entra en conflicto con algunos de los preceptos fundacionales de este país.

De allí que no debe sorprender el desenfado en que usualmente Trump se expresa o decide cuestiones, que pasan por alto eventuales disposiciones sobre el rol de otros poderes, como el parlamentario o el judicial. Hasta ya existe un reclamo popular contrario agrupado en la consigna, “no King”, que en varias ocasiones ha protestado en numerosas ciudades del país.

En cuanto a la agenda exterior, el Proyecto es claro sobre que propósitos lograrse, conteniendo indicaciones en cómo implementarlo. En ese último aspecto el documento toma en cuenta una necesidad de índole electorera, es decir, cualquier acción en el exterior debe cuidar los reclamos de la base electoral.

Este asunto es muy interesante porque la recomendación fundamental del documento va dirigida a que EEUU desconozca cualquier tipo de multilateralismo, es volver a la vieja doctrina, que adquirió mucha fuerza durante la 1era guerra mundial, el llamado aislacionismo.

Significa que para que “América sea grande otra vez” debe concentrarse en sus problemas internos y romper o modificar vínculos internacionales que obstaculicen ese “noble” propósito. 

Así las cosas, en el extremo de esta concepción se destaca que a EEUU no se le perdió nada en la OTAN o en cualquier otro conflicto internacional; y desde luego es abiertamente antiglobalista, proceso de inserción internacional, que la ultra derecha estadounidense culpa de la debacle de la industria nacional y otros males.

Pero el Proyecto expone sin proponérselo un cúmulo de contradicciones de naturaleza estructural.

De cómo es prácticamente imposible evadir la globalización se ha hablado mucho. Por ejemplo,  en ocasión de la  Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (NOAL), celebrada en La Habana, Cuba, en septiembre de 1998, el Comandante en Jefe Fidel Castro, comparó ese proceso con la fuerza de gravedad; también Lenin abordó el tema al describir la expansión del imperialismo a todo el globo terráqueo,  en su icónico libro, "El imperialismo, fase superior del capitalismo" publicado un lejano junio de 1917.

Esta especie de doctrina de cierre de fronteras, se articula perfectamente con otra de las prioridades, la virtual guerra contra la migración proveniente del tercer mundo o de bajos ingresos (la mayoría), tratados como enemigos internos; incluye violencia, flagrante violación de derechos humanos y la diatriba que por culpa de los migrantes, los estadounidenses químicamente puros han perdido sus trabajos. 

En perspectiva, entonces es impracticable el propósito que todas las inversiones estadounidenses, no solo las industriales, se regresen en masa a su país, ni tampoco es viable sacar a los migrantes que asumen generalmente muchas de las labores que los mencionados químicamente puros no quieren hacer. 
Esos dos fenómenos actuando al unísono, podrían provocar gravísimas consecuencias para la economía nacional, tanto por la abrupta escases de mano de obra particularmente explotada, como por el impacto en los indicadores bursátiles de las principales transnacionales, que como su nombre lo indica, operan “exitosamente” (para sus dueños) especialmente en el exterior.

Como se esbozó más arriba, hay otra contradicción con los afanes imperiales de hegemonía mundial, con creciente peso, la probablemente mayoritaria posición del pueblo estadounidense en contra de inmiscuir al país en una guerra internacional. 

De manera que el Proyecto 2025 debió sortear estos conflictos, concluyendo que el imperio en todo caso debe concentrarse en lo que de forma despectiva históricamente llamaron su patio trasero, Doctrina Monroe mediante.

En ese contexto, la estrategia de seguridad nacional, emitida por la actual administración republicana, es fiel al Proyecto, resultando fundamentalmente una ruta crítica para recuperar en algunos casos y en otros afianzar el control estadounidense en la Región, al decir de José Martí, para caer con esa fuerza más sobre nuestros pueblos de América.

Con esta doctrina de manera despampanante el imperio desconoce el legado de los próceres independentistas, la lucha de los pueblos por su emancipación, incluida las de tipo socio económica y contando con Trump, como se sabe, en modo mentiroso consuetudinario, se apela a cualquier pretexto para inundar el Caribe de naves en zafarrancho de combate, en pose de ataque inminente, teniendo como blanco principal a Venezuela, de donde es justamente el padre de los libertadores, Simón Bolívar. Además de lo ya sabido, también hay mucho simbolismo en todo esta tenebrosa historia. 

Los escribanos de la Fundación, en su intención de hacer cumplir sus desatinos en materia internacional, pueden contar además con el energúmeno de ocasión, Mr. Rubio, poseedor de un pedigrí de halcón de la primera hora.
Además, en virtud del principio de todo el poder para el mandatario, el Proyecto permite a este sortear los  procedimientos burocráticos, que las leyes estadounidenses establecen para involucrar al país en una guerra. De ahí el actual e inconcluso debate en el Congreso sobre este asunto.

Cuando está por culminar el primer año del mandato de Trump, el Proyecto 2025 ya tiene un porciento de aplicación. Veamos un balance resumido en la siguiente tabla, en relación a la política exterior trumpista.

El Proyecto no alude a una particular hostilidad hacia Venezuela, sin embargo este caso cumple las generales de la ley. El énfasis en rechazar el multilateralismo, el sobre poder en manos del mandatario, que supuestamente lo habilita para tomar decisiones debatibles, y la mirada especial en Nuestra América, se articulan totalmente con la política que Trump está implementando contra los venezolanos.

Por último, algunos de los participantes destacados en la elaboración de Proyecto 2025 están presentes en lugares claves de la administración, actuando como especie de custodios de la fe. 

Hay están Brendan Carr, Secretario de Comunicaciones; Thomas Homan, Secretario de Seguridad Nacional; Pete Hoeskstra, Director de Inteligencia Nacional y Rus Vought, Director de la Oficina de Administración y Presupuesto.  Son más pero con menos presencia pública.

En resumen, el Proyecto 2025 se destaca por su coherencia ideológica, a favor de las peores causas y en sí mismo, representa la visión de una élite estadounidense, que aspira a marchar contra la dialéctica de la historia, y volver hacia un Estados Unidos que ya fue. (Texto: Francisco Delgado/ Cubasí9 (Foto: Cubasí)


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