
Gaza, 22 dic.- El genocidio perpetrado por Israel contra Palestina es integral y se consolida en todos los frentes. Luego de la destrucción dejada por cientos de bombas, el asesinato selectivo y los gravísimos daños a la infraestructura básica (salud, educación, agua, electricidad), Israel sigue dando pasos para exterminar al pueblo palestino.
Hace apenas unas horas, el Parlamento de ese país aprobó avanzar en un proyecto de ley para imposibilitar el trabajo de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés).
Esta acción legislativa nació en octubre de 2024, cuando la abrumadora mayoría del Parlamento israelí votó a favor de la ley en cuestión, que prohibiría a las autoridades del país tener cualquier contacto con la UNRWA y prohibiría a la Agencia operar dentro de Israel.
Podría parecer una decisión soberana, si se obvia que para llevar alimentos y recursos básicos a Gaza y Cisjordania la organización requiere una estrecha coordinación con las autoridades israelíes, quienes autorizan la entrada a la zona y contactan con el ejército de Israel para garantizar el paso seguro. De lo contrario, como ya ha ocurrido, pueden ser atacados niños, mujeres y ancianos palestinos, así como periodistas y funcionarios de organizaciones que buscan ayudar en las zonas ocupadas.
Luego de conocerse esto, el año pasado, fueron múltiples las reacciones, incluida la del Secretario General de la ONU, António Guterres, quien se refirió al papel central que desempeña la UNRWA en la entrega de ayuda y dijo que la prohibición efectiva tendría “consecuencias devastadoras”, además de que “sería perjudicial para la resolución del conflicto palestino-israelí y para la paz y la seguridad en la región en su conjunto”.
Esta postura de la ONU ha sido invariable y se ha reiterado con las recientes acciones del ejército de Israel, cuyos efectivos, según reporta Almayadeen, entraron abruptamente en la sede de la UNRWA en Al-Quds donde retiraron material y activos.
Y si esto ocurre antes de la entrada en vigor de la ley que dará luz verde a las autoridades israelíes para cortar el suministro de agua y electricidad a instalaciones de la UNRWA —incluyendo oficinas, centros y propiedades en los territorios ocupados—, ¿hasta qué punto llegarán las fuerzas sionistas cuando esté vigente?
Una pregunta que se hacen miles en el mundo, que genera el más enérgico rechazo y pone en peligro la escasa ayuda que la ONU provee en estas zonas.
Nuevamente, al neofascismo que impera en Israel se le cae la careta y muestra sus verdaderas intenciones: apoderarse de más territorio a costa de la sangre, el sufrimiento, el dolor y el despojo de los más débiles e indefensos.
En estos momentos la situación en los territorios ocupados por Israel es crítica y la presencia de la UNRWA es un aliciente y una esperanza.
Según declaraciones de Philippe Lazzarini, Comisionado General de la UNRWA, al conocer por primera vez sobre la intención legislativa de Israel, declaró que esa ley “aumentará el sufrimiento de los palestinos y no es nada menos que un castigo colectivo”. Asimismo, aseveró que desde el punto de vista jurídico la legislación “viola las obligaciones de Israel en virtud de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional (…) debilitará nuestro mecanismo multilateral común establecido tras la Segunda Guerra Mundial”, abundó.
Según información de su sitio web, la UNRWA tiene el mandato de la Asamblea General de la ONU de atender a los refugiados de Palestina. Este término se definió en 1952 como toda persona cuyo lugar de residencia habitual fue Palestina entre el 1 de junio de 1946 y el 15 de mayo de 1948 y que perdió su hogar y sus medios de subsistencia como consecuencia del conflicto de 1948.
Una organización que surgió como transitoria ha debido prolongarse debido a las constantes escaladas del “conflicto” entre Israel y Palestina. Y aunque pudiera cuestionarse su magnitud, es innegable el impacto que ha tenido para millones de palestinos que lo han perdido todo a causa de la saña israelí.
Por eso la propuesta del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, de sustituirla por otra, más eficiente y que no sea “hostil” a Israel, cae en saco roto, como cayó el más reciente plan de paz, porque ya es innegable que Israel no se detendrá, al menos por su propia voluntad, hasta acabar con el pueblo palestino.
Esta situación también nos deja la lección del frágil estado del multilateralismo en la actualidad y la necesidad de crear un orden más justo que garantice la coexistencia pacífica y el derecho a la vida de todos. (Texto: Dayán González/ Cubasí) (Foto: Cubasí)