Por Pedro Paneque Ruiz/Radio Cadena Agramonte.
La criminalidad de las acciones terroristas es algo hartamente demostrado en todo el planeta, pero tan deleznable práctica se hace aún más repudiable cuando se arropa con la doble moral del Imperialismo yanqui, promotor mundial de ese proceder.
Recientemente Cuba fue ratificada en una espuria nómina del Gobierno norteamericano como promotora del terrorismo, cuando en realidad es víctima de ese flagelo, cuyos ejecutores son entrenados, financiados y enviados desde Estados Unidos.
Así lo demuestra la detención en la Isla, el pasado 26 de abril, de cuatro terroristas de origen cubano que, según reconocieron, pretendían atacar instalaciones militares con el objetivo de promover acciones violentas, y quienes, con tales fines, desde mediados del 2013, tres de ellos habían realizado varios viajes a la Isla para estudiar y modelar su ejecución.
Solo en la calenturienta cabeza de esos asesinos y sus promotores cabe la idea de poder atacar alguna de nuestras unidades militares, dotadas -no quepa a nadie dudas- de poderosas e invencibles armas, en manos de diestros y jóvenes soldados y capaces oficiales, a quienes equipan el coraje, la destreza y la razón para preservar las conquistas del Socialismo en la patria y perfeccionarlas, aún en medio del recrudecimiento de acciones agresivas, en que hasta el ciberespacio lo han convertido en escenario para el ataque contra Cuba.
Indudablemente, los mal llamados “golpes suaves” se tornan violentos ante el fracaso, y es lo que acontece actualmente tras la derrota de ZunZuneo, Piramideo y cuantos “eos” han inventado e inventan para carcomer la entereza y equilibrio cubanos. En tanto, la inmensa mayoría del pueblo de este archipiélago -como lo demostró el pasado 1ro de mayo, Día Internacional de los Trabajadores- se afana por hacer realidad el empeño de lograr un Socialismo próspero y sostenible, que es igual a mayor holgura económica, soberanía y fortaleza de una nación empeñada en la más humana causa del mundo actual, concebida por Fidel y la Generación del Centenario en el Programa del Moncada. (Foto: Archivo)