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Radio Cadena Agramonte emisiora de Camagüey

Camagüey, Nicolás Guillén, Poeta nacional, Cuba, Manuel Villabella Marrero, periodista, investigador, Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC

Guillén, el negro Nicolás, el son entero


“Yoruba soy,
cantando voy,
llorando estoy,
y cuando no soy yoruba,
soy congo, mandinga, carabalí.
Atiendan, amigos, mi son, que empieza así… ”

(Motivos de Son, 1930)

Este son comenzó el 10 de junio de 1902 y así te lo cuento:

Argelia Batista Arrieta
y Nicolás Guillén Urra,
razones para que ocurra
un nacimiento que es meta
en familia que respeta
y es respetado su honor,
aunque a veces el color
escaparse no consigue
del prejuicio que aún sigue
en la sociedad, dolor.

Este son se llamó Nicolás Cristóbal Guillén Batista, un son que se escuchaba en una esquina, en un solar, aunque el hombre, el poeta Nacional, que mucho más que sus recordados sones, que la aplaudida poesía negrista, pero ella, contagió a tantos con su sabor que hasta los más gallegos han repetido:

“¿Por qué te pone tan brabo,
cuando te disen negro bembón,
si tiene la boca santa,
negro bembón?
Bembón así como ere
tiene de tó;
Caridá te mantiene,
te lo da to”.

(Motivos de Son, 1930)

Caridad le dio ese don de ser son, de ser poesía. La vida, con ese sincretismo que le es inherente, lo vio salir de las Escuelas Pías, conocer solares, viajar por Europa y lo mismo escribir “La Paloma de Vuelo Popular” que contar cómo es que “Por el mar de las Antillas anda un baro de papel”, entre “Rueda Dentada” y mucho más, tocando siempre las venas abiertas de su gente, de una República a la que entre humo y trajes le vio las injusticias.

“Mira si tú me conose,
que ya no tengo que hablá:
cuando pongo un ojo así,
e que no hay na;
pero si lo pongo así, tampoco hay ná.
Empeña la plancha eléctrica,,
pa podé sacá mi flú;
buca un reá,
buca un reá,
cómprate un paquete vela
poqque a la noche no hay lu”.

Sí, fue escrito en plena República Neocolonial, en los tiempos de las luces de neón y los candiles permanentes en los campos que no aparecían en los mapas de los gobernantes.

Una Patria, la misma Patria por fin, con lo que tenía que tener, fue su eterna casa, es su casa, la del poeta de la nación.

“Con el círculo ecuatorial
ceñido a la cintura como a un
pequeño mundo
la negra, mujer nueva,
avanza en su ligera bata de serpiente.
Coronada de palmas
como una diosa recién llegada,
ella trae la palabra inédita,
el anca fuerte,
la voz, el diente la mañana y el salto.
Chorro de sangre joven bajo un pedazo de piel fresca,
y el pie incansable
para la pista profunda del tambor”.

(Sóngoro Cosongo, 1931 )

La Revolución con sangre nueva, se insertó en su vida, en sus
versos, con un “Tengo” que se convirtió en símbolo, con su
guía en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, con sus
sones de siempre, porque son nuestra identidad.
“De aquí no hay nadie que se separe;
mire y no pare,
oiga y no pare,
beba y no pare,
coma y no pare,
viva y no pare… ”

No se detuvo su historia, fue el mismo hombre antes y después del triunfo, fue el mismo noble cubano en cualquier
responsabilidad, dicen los que lo conocieron que no dejó de serlo nunca hasta el 16 de julio de 1989.

Murió, como toca a los grandes, dejando un son como banda sonora de su recuerdo, dejando la profundidad de un buen poema, de una prosa cuidada, junto a la jovialidad del descuido aparente que imitaba el hablar de su gente, el hablar de los sin voz, de los sin libros para mejorar el español, de los no alfabetizados hasta después del triunfo revolucionario.

Este hombre, pedazo del son que completa Cuba, dejó su voz escrita, grabada y sentida que representa a muchos. (Dania Díaz Socarrás/Radio Cadena Agramonte) (Foto: Tomada de Internet)


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