Camagüey, 20 jul.- El Ballet de Camagüey apostó y ganó. Una nueva pieza ya es parte de su repertorio, obra que sale de los clásicos y hace que la compañía muestre aires nuevos y derroche interpretativo.
Se trata de la historia del caballero rumano que decidió unirse a los demonios y convertirse en vampiro: el Conde Drácula. Con coreografía del mâitre Norbe Risco, Drácula recrea en dos actos la novela homónima del escritor irlandés Bram Stoker.
El Ballet de Camagüey lo llevó, por vez primera, a la escena del Teatro Principal la noche de este sábado con el primer bailarín Yanni García como el vampiro, la solista Gretell Martínez fue Elizabetha y Mina; Jonathan con la interpretación del primer solista Yuniet Herrera; Reinfield el solista Javier Ramírez, a la vez que las solistas Idalenis Martínez, Leyanis Lores y Yolaini Molina (ambas Corifeos) encarnaron los papeles de las novias del Conde.
De este ballet destacan el depurado nivel interpretativo, el diseño de vestuario y luces, la meticulosa y acertada selección de la música y la escenografía -sobria pero exacta-.
Son impactantes las escenas del encuentro de Drácula con su amada Elizabetha ya muerta, la del castigo de las novias vampiros a Reinfield, la de la muerte de Lucy, la de la lucha en el bosque entre Drácula y Jonathan; la escena final con la conversión de Mina, quien termina con la vida de Jonathan.
Es graciosa, a pesar de lo oscuro de la propia historia, la escena de los esqueletos danzantes en el cementerio, los restos de aquellos que han sido víctimas del conde y sus novias.
Asimismo se convierte en remanso de paz y disfrute la escena del baile en el castillo aunque, entre los compases del vals, las sonrisas y el finísimo ambiente del opulento salón, el público percibe las intensiones de las novias a las que Drácula tiene que controlar para que no devoren a Lucy, a Mina y a Van Helsing.
En la interpretación quiero -necesito- hacer un alto en la Elizabetha de Gretell Martínez, en la que logró transmitir de manera escalofriante la rigidez mortis de la esposa de Drácula; también celebro su Mina, cándida e inocente, que al cierre regala el final inesperado.
Una ovación desde estas letras para Yanni García, quien demuestra una vez más gran dominio técnico e interpretativo; también para el Jonathan de Yuniet Herrera y el Reinfield de Javier Ramírez.
Mas, enamoran, aterran y mantienen al público en vilo las tres novias, excelentemente interpretadas por Idalenis Martínez, Leyani Lores y Yodainis Molina.
Sí, el Ballet de Camagüey bajo la dirección de la mâitre Regina Balaguer apostó por Drácula y ganó… y junto al elenco también el público. (Texto Dione Ramos González/comunicadora del Consejo Provincial de las Artes Escénicas) (Fotos: María Félix García Posada/estudiante de Periodismo)