Sancti Spíritus, 9 sep.- El amanecer en las vegas de Sancti Spíritus no se mide solo por la neblina que abraza los surcos, sino por el pulso de una tradición que, aun con siglos a cuestas, no para de reinventarse. Allí, donde la tierra se agrieta bajo el sol y el agua se vuelve tesoro, brota la hoja de tabaco como quien guarda un secreto heredado, pulido por manos que saben de paciencia y empeño.
Pero en esas tierras curtidas no basta la herencia. El milagro verde ya no depende solo de la lluvia caprichosa ni de los rezos al almanaque: ahora la ciencia, la innovación y la voluntad de quienes siembran dictan un rumbo distinto para un cultivo que se niega a ser pasado.
Y es que el Programa de Desarrollo para la Producción Intensiva de la Capa de Tabaco Tapado, concebido por el Grupo Empresarial de Tabaco de Cuba (Tabacuba), avanza en la provincia de Sancti Spíritus e integra a unos 20 productores, quienes emplean tecnología de punta que favorece el cultivo de la hoja desde el semillero hasta la curación.
Según explicó Geysa Calero de la Paz, directora de Desarrollo de la Empresa de Acopio y Beneficio de Tabaco en el territorio, se trata de un programa dentro del cual se articulan tres subprogramas.
El primero, dice, está vinculado a las casas de cultivo tecnificadas para la producción de posturas: cada productor recibe dos estructuras tecnificadas con sistemas de fertirriego que garantizan plántulas de alta calidad, lo cual se revierte en plantas más fuertes y hojas de superior rendimiento en el campo.
El segundo subprograma corresponde al riego híbrido que combina la técnica del goteo para el tabaco con la aspersión para los cultivos de rotación, respaldado por un parque fotovoltaico de 30 KW que otorga autonomía energética y eficiencia en el uso del agua y los suelos. Con ello, se asegura un uso racional de los recursos hídricos, un aspecto clave en tiempos de sequía.
“Finalmente, la estrategia incluye baterías de seis casas de cura controlada por productor, equipadas con tecnología capaz de regular el microclima interno —temperatura y humedad— durante los 21 días de secado, lo que reduce a la mitad el tiempo del proceso, disminuye la dependencia de las condiciones meteorológicas y asegura una hoja homogénea, con las características imprescindibles para convertirse en capa de exportación”, explica Calero de la Paz.
A ello se suman dos conceptos transversales: el empleo de energías renovables y el uso eficiente de los recursos naturales que convierten al programa espirituano en un modelo de sostenibilidad agrícola. (Texto y Foto: Cubadebate)