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Cuba, Jesús Orta Ruíz, Indio Naborí, poesía, origen

El Indio Naborí y su entrañable poesía


La Habana, 30 sep.- Cuando Jesús Orta Ruíz, el Indio Naborí (1922-2005), asumió la poesía formalmente determinada, parecía aceptar desde entonces el riesgo máximo de enfrentar la palabra en su origen. 

Con su verso extendido nos brindó una definición personal y abarcadora de lo genuinamente cubano, desde su perspectiva criolla, de hombre de raíces campesinas exteriorizadas en la palabra, en vocales rurales cargadas de amor y compromiso con su patria. También desde su generosidad, sencillez y bondad, características que se pueden atribuir a sus humildes orígenes.

Este destacado intelectual, Premio Nacional de Literatura 1995 y nominado en una ocasión al Premio Príncipe de Asturias de las Letras, compartió muchas veces sus aniversarios con los lectores, como si fuera el primer día, y les expresaba que los años pasaban rápido cuando había muchas cosas por hacer y por decir.

Más de una decena de poemarios avalan su obra. De su llegada a la vejez, de recuerdos y reflexiones, nos habló a través de la poesía en Con tus ojos míos, un libro de profunda y singular riqueza en la dimensión de la existencia humana y el tiempo, dedicado a su esposa Eloína. Para él, la décima era «un tesoro entrañable que hay que ennoblecer» y marca todo, porque sin la mística de la poesía, los cubanos seríamos un pueblo sin alas.

El Indio Naborí, también periodista, muchas veces hizo referencia a su inspiración y se empinaba hasta las lejanías porque «es en ese instante mágico en que un primer verso me da el tono de todo un poema».

Alguien, con toda justeza, lo definió como el poeta del pueblo cubano. Si buscáramos en su obra, hermosa como su vida misma, encontraríamos esa suerte de versos que recogen la historia patria y veneran a sus líderes. Atesoramos, para orgullo de los cubanos, Esto tiene un nombre (Editora Política, 1999), volumen que recoge en poemas los primeros 40 años de la Revolución, epopeya protagonizada por los cubanos.

Los poemas de esa propuesta literaria fueron surgiendo paulatinamente, en la medida en que fue sintiendo y escribiendo. Así llegó la antológica Marcha triunfal del Ejército Rebelde (escrita el primero de enero de 1959) y difundida desde entonces en la voz cientos de cubanos, no solo artistas. Hasta el poema del cierre, Felicidades, mi Revolución, en ocasión de las cuatro décadas del triunfo.

Jesús Orta Ruíz, el inolvidable Indio Naborí, supo ser fiel a su época, a su poesía, a su Revolución. Nos ofreció un testimonio poético, de épica de lo trascendente, tan válido y necesario como auténtico; lo recordaremos siempre. (Texto y foto: Radio Enciclopedia) 


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