
La Habana, 29 oct.- No hay dudas de que los mosquitos son siempre molestos, pero sobre todo, resultan peligrosos. El hecho de que transmitan enfermedades como el dengue, el zika o el chikungunya, y otras ya erradicadas en Cuba como el paludismo o la fiebre amarilla, hace que sea necesario combatir estos vectores. Por supuesto, la ofensiva contra el mosquito depende de muchísimas acciones y quizás las plantas medicinales no son la primera línea de combate, aunque de seguro sí pueden ser de ayuda.
En diferentes culturas el empleo de especies aromáticas como repelente de insectos, tanto en forma de barrera natural como aplicadas directamente a la piel, ha sido una práctica habitual. Cada una puede actuar de manera diferente en dependencia del espacio, el modo y el momento en el cual se utilicen.
Para tener idea de cuan antiguo resulta el uso de plantas con estos fines, podemos remontarnos según una publicación aparecida en 2020 en la revista National Geographic a doscientos mil años atrás, en la zona que hoy ocupa Sudáfrica, donde en una cueva se encontró evidencias de una especie de cama vegetal, la más antigua al menos hasta el momento de esa publicación. Según fue reportado, un equipo de investigadores encontró la referida cama junto con restos aglutinados de madera de alcanforero y hojas de alcanfor, una familia de plantas empleada para mantener alejados los insectos.
Desde esos tiempos tan antiguos hasta nuestros días, en muchas culturas se ha documentado el empleo de repelentes naturales a partir de especímenes vegetales. Por ejemplo, la aplicación de la bija sobre la piel ha sido referida desde diferentes pueblos indígenas con el objetivo de repeler insectos. También las hojas del piñón florido se han utilizado como sahumerio con igual propósito.
Plantas de uso común como las albahacas, los cítricos, las mentas, la caña santa, el eucalipto, el cayeput, la citronela, el romero, el tomillo e incluso el tilo, resultan útiles en este sentido, a partir de sus propiedades aromáticas.
Existen diferentes formas en que pueden utilizarse estas especies. Algunas recetas a considerar son:
Caña santa (Cymbopogon citratus): Se elabora una infusión, utilizando una proporción de una cucharada de las hojas troceadas por una taza de agua hirviendo, equivalente a 250 mililitros. Una vez que se mezcla el material vegetal con el agua, se tapa el recipiente y se deja reposar durante diez minutos.
Tilo (Justicia pectoralis): Se utiliza un procedimiento similar al anterior, pero la proporción es de cuatro hojas de tilo por cada taza de agua.
El extracto acuoso de cualquiera de las dos plantas se filtra y luego se coloca en un frasco atomizador para su aplicación sobre las zonas expuestas de la piel. Se plantea que con este tipo de soluciones es necesario repetir el procedimiento cada dos horas, para mantener la efectividad y lograr así una actividad repelente sostenida en el tiempo. Igual, siempre es necesario recordar que toda aplicación tópica debe seguir estrictas medidas higiénicas para impedir la contaminación o la infección sobreañadida de la piel, una vez se aplique.
Además de lo anterior, también es posible preparar extractos hidroalcohólicos en casa. Para ello se debe tener a mano alguna de las especies anteriormente mencionadas, ya sea algún tipo de menta o el eucalipto, por solo mencionar como ejemplos dos de las que tienen un olor quizás más agradable.
De la planta seleccionada se coloca una cantidad de sus hojas, previamente lavadas y humectadas, en un frasco transparente al cual se le agrega alcohol al 70% hasta sobrepasar cinco centímetros por encima del material vegetal. Se marca la fecha exacta en que se comenzó a procesar esta preparación y se guarda el recipiente en un lugar seco y protegido de la luz solar, velándose siempre porque la solución hidroalcohólica cubra adecuadamente la masa verde.
Si es necesario, se puede agregar más alcohol. Luego de al menos catorce y hasta veintiocho días, se filtra este preparado en un frasco de color ámbar y se puede aplicar sobre la piel. Para su empleo, se procede de igual manera que con los extractos acuosos de caña santa y tilo, solo que siendo estos de base hidroalcohólica, no es necesario repetir con tanta frecuencia su aplicación.
Los ejemplos comentados son solo algunas de las formas en que podemos vincular las plantas medicinales con el resto de las medidas que hoy se adoptan en función de la lucha antivectorial. Como parte de nuestro autocuidado, el empleo de especies aromáticas puede ser una forma válida y sencilla de ahuyentar los mosquitos y así cuidar nuestra salud … ¡desde lo natural! (Texto y Foto: Cubadebate)