
La Habana, 11 nov.- Expresamos nuestro agradecimiento a la República de Colombia por su hospitalidad y liderazgo durante su presidencia pro tempore de la CELAC, y reafirmamos nuestro acuerdo de mantener un diálogo político de alto nivel de carácter bienal, mediante la celebración futura de la Quinta Cumbre UE–CELAC en 2027 en Bruselas, así como reuniones a nivel ministerial y un mecanismo de coordinación consultiva entre la Unión Europea y la CELAC que garantice la continuidad y el seguimiento de la Hoja de Ruta 2025–2027 y de las reuniones de alto nivel.
Así concluye la Declaración conjunta de la IV Cumbre UE–CELAC, celebrada en Santa Marta, Colombia, el pasado 9 de noviembre, y que ha dejado al descubierto puntos medulares de las relaciones entre ambos continentes.
Debemos partir de que tanto la Unión Europea (UE) como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) son importantes bloques regionales, no exentos de contradicciones internas y desafíos colosales para garantizar sus principios fundacionales.
El bloque europeo lleva como ventaja, por solo mencionar algunos elementos, más años de experiencia en la relación conjunta, una fuerte estructura organizativa y el uso de una moneda común (euro) por la mayoría de sus miembros. No obstante, sus desafíos en materia de integración son evidentes en las contradicciones al abordar temas de política exterior, de seguridad de cada país y su relación con la OTAN, el grado de relaciones con Rusia y la postura respecto a Ucrania, por solo mencionar algunos.
Por su parte, la CELAC no está en su momento de mayor fortaleza, pese al reingreso de Brasil, la mayor economía de la región. Fue el mismo presidente Luiz Inácio Lula da Silva quien expresó: “América Latina y el Caribe atraviesan una profunda crisis en su proyecto de integración. Nos hemos convertido nuevamente en una región balcanizada y dividida, más centrada en el exterior que en el interior. Vivimos una vez más bajo la amenaza del extremismo político, la manipulación informativa y el crimen organizado.
Como resultado, vivimos de reunión en reunión, llenos de ideas e iniciativas que a menudo nunca se concretan.”
Las declaraciones del mandatario están totalmente justificadas. El mayor logro de la CELAC, su proclama como Zona de Paz adoptada en La Habana en 2014, se ve diariamente amenazado con uno de los mayores despliegues militares de Estados Unidos en las aguas caribeñas, que ya ha costado la vida de al menos 70 personas, acusadas de narcotraficantes sin pruebas y sin juicio.
Este tema fue aludido en la declaración final, en su décimo punto, donde se expresó: “Abordamos la importancia de la seguridad marítima y de la estabilidad regional en el Caribe. Coincidimos en la relevancia de la cooperación internacional, el respeto mutuo y el pleno cumplimiento del derecho internacional, incluso en la lucha contra el crimen organizado transnacional y el tráfico ilícito de drogas.”
"La Declaración carece, sin embargo, de una contundente denuncia al ofensivo y extraordinario despliegue militar de EEUU en el Mar Caribe, que pone en peligro la paz, estabilidad y seguridad regional, aun cuando fue un tema ampliamente discutido durante los debates de la CELAC-UE", expresó el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla.
La condena al genocida bloqueo que Estados Unidos le impone al pueblo cubano también estuvo recogida en la declaración de Santa Marta, tema resaltado por Rodríguez Parrilla, en su cuenta en X donde destacó además que fue clara la oposición a leyes y reglamentos con efectos extraterritoriales del cerco económico y se cuestionó la designación de la nación caribeña como Estado patrocinador del terrorismo.
Además, "se posiciona sobre la situación en Gaza y reitera la firme condena a la escalada de violencia en la Cisjordania ocupada, incluida Jerusalén Oriental, el aumento de la violencia de colonos, la
expansión de los asentamientos ilegales y la operación militar de Israel", expresó el Canciller.
Otros temas medulares que recoge el documento son la intención de avanzar en la cooperación comercial, la transformación digital, la voluntad para enfrentar el cambio climático y combatir la guerra arancelaria de Donald Trump, por supuesto, sin decirlo explícitamente.
Y es que precisamente Estados Unidos, con énfasis en su actual administración, pese a no formar parte de ninguno de los bloques en cuestión, transversaliza las amenazas y retos que, por separado y en
materia de cooperación, enfrentan ambas estructuras regionales.
Pese a que el presidente del Consejo Europeo, António Costa, máxima figura del bloque europeo asistente a la Cumbre, declarara la voluntad de la UE de estrechar la cooperación con la región para enfrentar desafíos comunes y construir una agenda de cooperación futurista, a la cita no asistieron muchos de los máximos representantes de los países europeos, ni siquiera lo hizo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Esto no es casual. Que la Cumbre haya sido en Colombia, uno de los países que recién integra la lista de “enemigos de Trump”, seguro fue una causa de peso para esta decisión. Esto también muestra la fractura de la Unión Europea y el daño que le ocasiona su dependencia de Estados Unidos.
No obstante, la Cumbre CELAC–UE, en medio de los desafíos actuales, es una muestra de la voluntad de la mayoría de sus miembros de avanzar en las relaciones birregionales, por diferentes motivos y con aspiraciones diversas, pero que son esenciales para el desarrollo de ambas comunidades.
También reafirma, aunque no se recoja en la declaración de manera formal y clara, que Estados Unidos es un enemigo común, no solo de los intereses de los integrantes de dichas organizaciones y de los bloques en sí, sino de los pueblos latinoamericanos y europeos.
Reafirma que son tiempos turbulentos que requerirán, como expresó el vicepresidente cubano Salvador Valdés Mesa en su intervención, unidad dentro de la diversidad: “No son suficientes los avances alcanzados en nuestra asociación birregional desde la pasada Cumbre de Bruselas. Aun así, creemos que es posible profundizar nuestros vínculos, basados en la confianza y el respeto a la igualdad soberana, la no injerencia en los asuntos internos de los Estados, y al derecho inalienable de cada país de decidir su propio sistema político y socioeconómico; sin imponer modelos culturales, democráticos y políticos ni de derechos humanos, ni barreras comerciales ni financieras que obstaculicen el desarrollo de nuestra región. Deben cesar las políticas excluyentes y xenófobas para contrarrestar los flujos de migrantes y aumentar el intercambio justo, el financiamiento climático y la ayuda al desarrollo, así como condonarse la deuda externa, ya pagada varias veces.”
Y para concluir, aunque pudieran hacerse muchas lecturas de esta Cumbre, mostró la capacidad del presidente de Colombia, Gustavo Petro, para dirigir un evento de esta magnitud, que lo realza políticamente pese a los ataques directos de Trump. (Texto y Foto: Dayán González/ Cubasí)