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Casa natal Carlos J. Finlay: ejemplo de devoción


Por Yolanda Ferrera Sosa/ Radio Cadena Agramonte

Los museos no son fríos inmuebles que acogen exponentes de personas o de sucesos a través de la historia de la humanidad: ellos pueden transmitir a quienes recorran sus salas ese halo de evocación que posibilita un mayor acercamiento a sus esencias. Así sucede también con la Casa donde naciera, en la ciudad de Camagüey, el insigne científico Carlos J. Finlay, a quien se debe el descubrimiento del agente transmisor de la fiebre amarilla.

La llegada del centenario del fallecimiento del ilustre camagüeyano, en el próximo año 2015, se saluda desde el presente con diferentes acciones, entre ellas la intervención del inmueble donde viera la luz primera.

Se levanta como otro ejemplo de la devoción agramontina por sus valores patrimoniales más queridos esta edificación colonial, perteneciente a la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey (OHCC). Lleva en sí la expresión de la voluntad de perpetuar la memoria de un hijo dilecto de la región, mediante la utilidad que su ejemplo brinda.

Inaugurado en 2002 como un proyecto sociocultural de la OHCC, este inmueble acoge y desarrolla diferentes actividades de corte comunitario. Allí radica el Consejo Asesor Provincial de Salud, un importante agente en el desarrollo de esa ciencia.

Recorrer la casona levantada en el siglo XIX es llenarse de Historia. Cuenta con una Sala Memorial, donde el visitante puede acceder a todos los pormenores de la vida y de la obra del sabio cubano. También posee un Centro de Documentación y de información, puesto al servicio de quienes precisen de sus entregas.

Allí se posibilitan visitas dirigidas y especializadas. También tienen lugar presentaciones de textos científicos y técnicos; conferencias y realizaciones de jornadas, con la Salud Pública como principal protagonista; cine-debates con filmes de corte científico, médico y de causas humanitarias, además de homenajes a especialistas que brindan su talento al mejoramiento de la calidad de vida de sus semejantes.

Un honor para los camagüeyanos

Así califica al inmueble su actual directora, María del Carmen Pontón Guillemí, una apasionada defensora de los valores contenidos en ese monumento arquitectónico, ubicado en la calle de Cristo número cinco, muy cercano a la Catedral de la localidad.

“Ha sido muy controvertido -señala- el carácter de esta casona como el sitio donde vio la luz primera Finlay. Investigaciones sumamente acuciosas por parte del ya fallecido Historiador de la Ciudad, Gustavo Sed Nieves, corroboraron la veracidad de tal suceso, acreditado mediante la Certificación atesorada en la capital camagüeyana. 

“No obstante, se decidió mantener la tarja que en el callejón denominado Finlay se colocó en una de sus viviendas que erróneamente fue ensalzada como la poseedora de tal mérito, a principios del pasado siglo, porque es otra manifestación del sentido de pertenencia de los camagüeyanos por sus contenidos patrimoniales.

“La efeméride que se avecina -asegura- motiva a la realización de programaciones tendentes a destacar el protagonismo de este hombre de Ciencia en el panorama nacional y mundial. Actualmente, esta Casa Natal es sometida a un remozamiento integral, con destaque para su cubierta de armadura, motivo de admiración por los visitantes dado que es un elemento sobresaliente en la construcción, con nuestras tejas criollas. Otras actividades concebidas incluyen la celebración de talleres científicos, veladas artísticas y presentaciones especiales de textos.”

Carlos J. Finlay,  no Carlos Juan

María del Carmen hace referencia a las controvertidas situaciones que tuvo que enfrentar en vida Finlay, entre ellas el intento por arrebatarle su carácter de descubridor del agente transmisor de la fiebre amarilla, y la negativa en varias ocasiones de otorgarle el Premio Nobel de Medicina.

“Aún después de muerto -agrega-  se faltó a la veracidad con el error de la casa donde naciera en el Camagüey y también con el hecho de nombrarle Carlos Juan, una equivocación garrafal. En su certificación de nacimiento, guardada en el Arzobispado local,  aparece como Juan Carlos Finlay Barrés.

“El motivo de la confusión se explica de la siguiente manera: Finlay tenía un hijo, también médico, llamado Carlos Eduardo. Ya graduado, comenzó a firmarse como Carlos Finlay y su padre, para evitar confusiones en las recetas emitidas por ambos, comenzó a firmarse como Carlos J. pero esa jota es totalmente muda. Al hablar de Carlos Juan, se hace referencia a otra persona, que no es Finlay.

La cercanía del centenario de la desaparición física del ilustre hombre de Ciencia camagüeyano, se saludará -como bien apuntó María del Carmen- con el orgullo y la seriedad que la efeméride representa para el ámbito de la Medicina latinoamericana y universal. Un homenaje merecido a quien fuera fiel ejemplo de la utilidad puesta al servicio del bien común, práctica de la cual fue un fecundo ejemplo Carlos J. Finlay.


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