Por Yanetsy León González/ Colaboradora de Radio Cadena Agramonte.
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Nada ata más al hombre que el sitio donde nace. En el caso de su natal Camagüey, Nicolás Guillén legó una ciudad trascendente, al dibujar la mística de la ciudad que trató como organismo vivo, con soles y sombras que no impidieron su reciente inclusión en la lista de Patrimonio Mundial.
Por lo general, no se entra en detalles sobre las singularidades de esta ciudad que ahora el mundo ve mejor, por los segmentos de su Centro Histórico Urbano (1) proclamados Patrimonio Cultural de la Humanidad. La alegría parece quedar en la enunciación de la noticia por semejante privilegio de trascendencia universal, que a ratos omite que el mérito mayor corresponde a la capacidad de los hombres, fundamentalmente de los siglos XVIII y XIX, por dejar tan peculiar expresión de sus épocas.
Como define el especialista Marcos Tamames Henderson:
“Las ciudades, como obras de arte constituyen monumentos-documentos cuya base informacional resulta fruto de una lenta sedimentación (...). Como resultado la ciudad actual, la heredada, se muestra como un conjunto de textos culturales que testimonian las problemáticas de sus moradores, sus sueños y aspiraciones, logros y desesperanzas, fracasos y triunfos, encuentros y desencuentros y, actitudes y posturas éticas ante la realidad...” (2)
Por eso, en la búsqueda de subterfugios para nuestra perpetuidad, propongo descubrir la clave de otro tiempo cuya imagen permanece vigente por obra de hombres como Guillén, a quien me acerqué a través de su lírica y su prosa, en un intento por rescatar en sus perfiles más notables las imágenes que del Camagüey amó y odió.
Nicolás Guillén
Contaba el escritor y periodista Joaquín G. Santana que Nicolás Guillén acostumbraba a rememorar sus inicios en el periodismo. Fue un hombre que reconoció “fantásticamente sus orígenes”, algo que “confirma que lo que llegó a ser fue gracias a lo que sembró la ciudad en él, su entorno en su tiempo. Fue un producto típicamente camagüeyano” . (3)
Precisamente Nicolás Cristóbal Guillén Batista nació el 10 de julio de 1902. En la ciudad de Camagüey recibió la educación primaria y cursó el bachillerato en una época marcada por la politiquería. A esa formación súmensele las ideas progresistas de su padre —periodista y político—, senador para las elecciones del Partido Liberal; su mandato expiró en 1912. A los 15 años comienza a escribir mientras cursaba el bachillerato; esa edad marcaría su vida por la pérdida de su progenitor, asesinado por soldados del régimen conservador durante la Chambelona, enfrentamiento armado de 1917.
Fue cronista estrella del periódico Hoy y colaboró en disímiles tribunas nacionales e internacionales como la agencia española EFE, de la cual, con más de 80 años y por sus reseñas latinoamericanas, era uno de los autores mejor remunerados junto a Gabriel García Márquez. Él mismo confesó en un homenaje realizado en 1972 que había nacido “en una imprenta”, precisamente porque la vocación periodística viene del padre.
Sus inicios datan de la década del ‘20 en su ciudad natal, entre los 21 y 23 años de edad. Trabajaba en uno de los tres periódicos provinciales más importantes de la etapa: El Camagüeyano, y se ocupaba de la sección comercial Pisto Manchego, que promocionaba productos en las notas sobre actualidad nacional y extranjera. Allí realizaba un periodismo inusitado en el que, sorprendentemente, están presentes los valores que luego desarrolló.
Abarcó publicaciones nacionales y foráneas como Ideales de una raza, Mediodía, Resumen, Gaceta del Caribe, La Última Hora, Orbe, Vanguardia Cubana, Hoy, El Mundo, Revolución, Granma, Información, Juventud Rebelde, Bohemia, Verde Olivo, Trabajo, El Nacional (de Caracas), entre otras.
Con las publicaciones de Motivos de son (1930) y Sóngoro cosongo (1931), inició una obra poética de excepcional significación en la literatura cubana, y en eso contribuiría mucho Camagüey, donde se nutrió en su formación inicial de los clásicos de la literatura hispanoamericana como Quevedo, Góngora, Lope de Vega, Cervantes, además de referentes neoclásicos y románticos. Después del derrocamiento de Machado en 1933, se consagró a la poesía y al periodismo, aunque hubo momentos en que rehuía de una de las disciplinas y se refugiaba en la otra, hasta encontrar el punto de equilibro.
Su amplia obra literaria incluye West Indies, LTD. (1934), España (1937); Cantos para soldados y sones para turistas (1937), El Son Entero (1947), La paloma de vuelo popular (1958), Elegías (1958), Tengo (1964), Poemas de amor (1964), El Gran Zoo (1967), La Rueda Dentada (1972) y otras.
Una selección de su prosa fue publicada en 1976 bajo el título Prosa de prisa y en 1982 vieron la luz sus memorias, tituladas Páginas vueltas.
En más de una ocasión indicó:
“He dicho muchas veces, y lo repito, que soy periodista y además poeta. Y he contado cómo se desenvolvieron mis primeros años de vida en un ambiente absolutamente periodístico, el mismo en que vivió siempre mi padre. Para mí el periodismo es un desahogo, y mediante su ejercicio me libero de muchas cosas que no puedo expresar mediante el verso. Sin contar que hay muchos poemas míos cuyo estilo es francamente periodístico y familiar”. (4)
Esa relación indisoluble con el periodismo resultó evidente en sus versos de El diario que a diario (1972), donde hizo una magnífica representación periodística que, según la ensayista puertorriqueña Luce López Baralt, fue un “experimento poético” porque:
“el libro entero simula un periódico que registra la historia de la Antilla hermana desde los años coloniales hasta el presente. La estructura misma del libro imita la de un diario: ilustraciones, formato, anuncios. Se mezclan el verso y la prosa. Muchos poemas o anuncios saltan a la vista inmediatamente como hijos de la pluma de Guillén; otros podrían pasar por auténticos recortes de periódicos antiguos”. (5)
En 1983 se instituye el Premio Nacional de Literatura, importante galardón que rindió homenaje a su obra. Seis años más tarde, en 1989, murió después de una larga enfermedad.
Vuelta a los orígenes
El espíritu combativo y revolucionario que mostró Nicolás Guillén en su poética lo convirtió en una de las más conocidas voces populares. Precisamente logró apropiarse del calificativo de Poeta Nacional de Cuba y fue siempre para todos “el poeta”, aun cuando ejerció el periodismo hasta poco antes de su muerte.
La obra periodística de Guillén no se ha valorado en la justa medida y eso lo demuestra la carencia de estudios acerca de la temática. Sobre esa dualidad algunos insisten en verlo en su condición de literato que por necesidades de la vida debió ejercer el periodismo, dominado incluso por razones políticas, económicas y de compromiso social.
Por el contrario, Ángel Augier -poeta, periodista, crítico literario y el mejor biógrafo de Guillén-, lo considera como el periodista que ejerció hasta poco antes de su muerte. El hecho de sentirse periodista antes de llegar a La Habana fue el medio más a propósito para un poeta. Ya advirtió en una ocasión que, de no haber trascendido como tal, seguramente su prosa bastaría “para consagrarlo como uno de los escritores representativos de nuestro país, y como el más notable periodista cubano de nuestra época”. (6)
Sin lugar a dudas, le revisión de esos materiales constituye una práctica formativa e inestimable, particularmente los referidos a su terruño. Reminiscencias de sus nostalgias por Camagüey se encuentran en una carta enviada a su amigo Félix Nápoles donde confiesa:”… no será fácil olvidar aquellos días en que instalado tú en la maravillosa <
Aunque menospreció su cuaderno primigenio Cerebro y corazón y los textos periodísticos iniciales, la historia estimó meritorias aquellas letras.
Sin embargo, el propio Guillén había escrito mucho antes de la misiva: “Después de todo, si iba a caer en el opio, en el alcohol, o en la heroína, más vale que me haya dado por hurgar en los rincones de la vida ciudadana: nadie sabe si algún día descubra algo que sirva verdaderamente. Entonces habrán de agradecérmelo...” (8)
Galería de imágenes
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Referencias Bibliográficas
(1) Por sus valores artísticos, históricos, ambientales y culturales que lo convierten en un caso excepcional, en febrero del 2009 pasó a ser el cuarto Centro Histórico Urbano de Cuba inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial. (OHCC, 2009: 22)
(2) Tamames, 1999; citado en Molina, 2002: 176.
(3) León, 2007: 45-46.
(4) Guillén, 1974: 55.
(5) Morejón, 2006: 28
(6) Augier, 2002: VII.
(7) Ver en el Prólogo de la Obra poética, Tomo I, p.XVI.
(8) Guillén, 1924; citado en Álvarez, 1994: 7.