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El Himno Nacional de Cuba y su vínculo con los camagüeyanos


Por Ricardo Muñoz Gutiérrez/Colaborador.

El origen del Himno Nacional se remonta a 1867, cuando el abogado bayamés Pedro Figueredo Cisneros, Perucho, compuso la música y su coterráneo Manuel Muñoz Cedeño realizó la instrumentación. Los patriotas la denominaron La Bayamesa, para evocar a La Marsellesa, canto compuesto por los revolucionarios franceses en 1792.

El 20 de octubre de 1868, durante la toma de la ciudad de Bayamo por las fuerzas libertadoras mambisas, el propio Perucho escribió la letra y se cantó por primera vez, públicamente y con aires de combate. La letra de sus dos primeros párrafos, el actual Himno Nacional, fue publicada el 27 de octubre en el periódico El Cubano Libre.

Con posterioridad y durante la extensa la lucha, La Bayamesa se cantaba en los territorios de la República de Cuba en Armas. Sin embargo, en medio de los avatares de la guerra no se conservó oficialmente, como miles de documentos mambises, la patriótica partitura.

Entonces, ¿cómo llegó la música de La Bayamesa y el Himno de Bayamo o Nacional a nuestros días? En ello estuvieron involucrados algunos hijos del Camagüey.

El 10 de noviembre de 1869, cuando el Gobierno mambí presidido por Carlos Manuel de Céspedes se hallaba acampado en la finca Santa María, al sudoeste de la ciudad de Puerto Príncipe, la hija del propietario y casi niña Adela Morell Oñós, solicitó a Perucho Figueredo, que acompañaba la comitiva, le escribiera la melodía y la letra de La Bayamesa.

Adela guardó con celo el tesoro y el recuerdo del autor, quien engalanaba los momentos de ocio sentado al piano que había en la casa de aquella finca.

Cuando el visionario José Martí preparaba la Guerra Necesaria, el rescate de aquel himno de combate entonado en la manigua formó parte de su labor proselitista. Por ello se publicó en el periódico Patria “para que lo entonen todos los labios y lo guarden todos los hogares; para que corran de pena y de amor, las lágrimas de los que lo oyeron en el combate sublime por primera vez; para que espolee la sangre en las venas juveniles”.

La letra del Himno pudo obtenerla de Fernando Figueredo Socarrás, un camagüeyano que se alzó en 1868 y dejó las armas solo después de la Protesta de Baraguá.

Como en 1878 no se pudo alcanzar la independencia, Figueredo Socarrás salió al exterior y como dijo Martí no volvería al país “sino cuando la libertad vuelva a brillar; un padre que tiene ocho hijos, y a los ocho les ha enseñado el himno; un cubano que crece cuando recuerda los años sagrados”.

El arreglo musical, asunto más difícil, se lo encargó Martí a otro camagüeyano, al maestro Emilio Agramonte Piña, abogado y músico que marchó a la manigua cuando la Guerra Grande y fue a vivir en país extraño antes que en el suyo bajo otra bandera y, decía Martí, “nunca se conmueve tanto como cuando recuerda aquellos días de sacrificio y de gloria cuando las mujeres de su casa daban las joyas al tesoro de la guerra, en que los jóvenes de la casa salían, cuatro veces seguidas, a morir”, y, “solo tiene paz con los cubanos leales”.

Emilio era el escogido por el Apóstol de la independencia, pues “¡No han de ponerse las cosas santas en manos indignas!”.

Expulsado el dominio colonial, Cuba es ocupada por el Ejército de los Estados Unidos y un Gobierno Militar que trató por todos los medios de anexarse el archipiélago. Pero el sentimiento nacional en la isla era tan fuerte que hizo fracasar el plan imperialista.

En 1900, cuando los cubanos se preparaban para constituir una República independiente, no olvidaron La Bayamesa, pues quisieron nombrarla oficialmente como Himno Nacional. En el debate público y oficial en la Asamblea Constituyente surgió una polémica.

La camagüeyana Adela Morell sería pieza clave en la solución. Aún conservaba el álbum firmado por el autor de la letra. En 1912, la ya abuela Adela donó, a través de Figueredo que era sobrino de Perucho, el valioso tesoro documental al Museo Nacional, que mucho tiempo después se conservaba en el Museo Nacional de la Música. (Foto: PL/Archivo)

Fuentes:

-Gómez Cairo, Jesús: Breve historia del Himno Nacional de Cuba. Ediciones del Museo de la Música. La Habana, 2028.

-Sed Nieves, Gustavo: “Del Himno Nacional Cubano: un aspecto poco conocido”. En Las Clavellinas. Rev. Edición Especial 1/89. Editada por el Departamento de Orientación Revolucionaria y la Sección de Investigaciones Históricas del Comité Provincial del PCC en Camagüey. Talleres de la Unidad Gráfica Felipe Torres Trujillo. Camagüey. 1989. Pág. 38-39.


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