Camagüey, 19 may.- Imposible de olvidar, un día como hoy, 19 de mayo, aniversario 130 de la caída en combate de José Martí, en Dos Ríos, el apego que tuvo por Camagüey, cuando aún nunca lo visito, pero sí mostró un acercamiento con muchos de hijos de la otrora Puerto Príncipe.
Estudiosos de la obra suya señalan que el proyecto como guardián de la Patria, lo centró en tres ideas básicas: moralidad, justicia y libertad para que perdurara siempre bajo los principios y valores morales.
Martí concibió venir al Camagüey, en marzo de 1895 pero a causa de otras urgencias, fue imposible, aunque logró saber que la juventud se alzaría en su apoyo con Salvador Cisneros a la cabeza de la insurrección.
Muchos actos de su vida, cortada en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895, acercan a José Martí con Camagüey. Sus crónicas, dedicadas a Guáimaro, a la primera asamblea constituyente de la República en Armas y los nexos con 119 figuras históricas de esta hermosa región centro oriental a las que retrató, como él sabía hacerlo con su brillante pluma.
Es razonable que dos razones principales lo vincularon con esta parte de la estrecha y alargada isla, ante todo, el matrimonio con Carmen Zayas-Bazán e Hidalgo y el retorno de ella a Camagüey con su hijo, José Francisco, El Ismaelillo, luego de la ruptura con su cónyuge.
Hace varios años, bajo el sol abrasador de esa tarde llegó a Camagüey, Eusebio Leal Spengler, historiador de La Habana, con el propósito de la inauguración oficial de la rehabilitación de la plaza de la juventud José Martí, en el centro histórico de la añeja ciudad, con un segmento declarado por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, con el brillo de la nueva escultura del artista local Roberto Estrada, un hombre apasionado también por la obra martiana.
En esa ocasión Leal dijo: “Hoy venimos a colocar esta obra hecha por un artista del pueblo al que nunca llegó Martí, pero que amó...Venimos aquí ante su altar donde está enseñando a un niño, recuerdo sus versos: Hijo, espantado de todo me refugio en tí…”
Leal dijo en esa ocasión, de que Martí que vivió con la firme voluntad de los apóstoles, supo levantarse sobre los defectos y hacerse escuchar de los pobres con fe…que lo enfrentó todo por la unidad “venimos a rendirle homenaje a pesar del sol. No importa que hayan pasado unas horas del 28 de enero, venimos a colocar esta obra…”
La escultura, situada frente al policlínico centro, tiene una altura de 1.80 metros y un peso aproximado de 450 kilogramos, ajustada a lugar, acorde con las características de las edificaciones que la rodean, fue fundida, por primera vez, en polvo de mármol y alabastro en la fábrica de artesanía Caribeña en La Habana y posteriormente se moldeó en bronce en la Fundación Caguayo, en Santiago de Cuba.
El símbolo especial que tiene esta obra es que se encuentra enclavada a menos de 100 metros de donde vivió durante su infancia y adolescencia José Francisco Martí Zayas Bazán junto a su madre, casa enclavada en la actual calle Luaces 109, entre República y San Pablo, aunque no posee todavía una tarja que distinga ese detalle histórico.
Hoy en que rendimos homenaje al más universal de los cubanos, al que Fidel Castro Ruz, califico con el autor intelectual del Asalto al Cuartel Moncada, ilustramos como cierre de este artículo lo dicho por el prócer sobre la muerte.
"La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida; truécase en polvo el cráneo pensador; pero viven perpetuamente y fructifican los pensamientos que en él se elaboraron". (Enrique Atiénzar Rivero/Colaborador de Radio Cadena Agramonte) (Foto: Tomada de Adelante Digital)
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