Tokio, 24 jul.- Cuando las temperaturas suben nuestro reloj biológico interno se ve obligado a cambiar de ritmo para mantenerse sincronizado con su ciclo de 24 horas: la actividad de los genes implicados, de hecho, cambia con aceleraciones y desaceleraciones que se repiten regularmente.
Esto se descubrió, gracias a la física, en un estudio publicado en la revista PLOS Computational Biology, dirigido por el Centro Japonés Riken para Ciencias Interdisciplinarias Teóricas y Matemáticas (iThems).
Este proceso no solo ayuda a mantener la estabilidad del reloj, sino que también influye en la forma en que se sincroniza con el día y la noche, volviéndose menos sensible a los estímulos ambientales externos.
Nuestro reloj biológico se basa en moléculas de ARNm, el tipo de ARN que traduce las instrucciones contenidas en el ADN para permitir la producción de las proteínas correspondientes.
Estos ARNm derivan de la activación y desactivación rítmica de ciertos genes, pero el problema es que la mayoría de las reacciones químicas que ocurren en el cuerpo se aceleran con el aumento de la temperatura.
Por esta razón ha sido hasta ahora un misterio cómo el cuerpo compensa estos cambios a lo largo del año o del día, por ejemplo, al alternar entre el calor del exterior y la frescura de interiores con aire acondicionado.
Investigadores dirigidos por el general Kurosawa han hallado la respuesta al misterio: descubrieron que la clave reside en el ritmo: cuando hace más calor, los niveles de ARNm aumentan más rápidamente y disminuyen más lentamente, manteniendo constante la duración total del ciclo.
Este ritmo alterado da como resultado una onda que deja de ser simétrica y pasa a ser distorsionada.
Además, cuando la onda se distorsiona el reloj se vuelve más estable y los estímulos externos, como la luz y la oscuridad, tienen menos efecto sobre él.
"En el futuro, afirma Kurosawa, el grado de distorsión de la forma de onda en los genes del reloj biológico podría convertirse en un biomarcador que nos ayude a comprender mejor los trastornos del sueño, el jet lag y los efectos del envejecimiento". (Fuente: ANSA)