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Rodríguez Parrilla, Cuba, Asamblea General, Naciones Unidas, América Latina, Brics, bloqueo

La prioridad más urgente es crear un nuevo orden internacional que garantice la paz


Intervención del Excmo. Sr. Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba en el debate general del 80 período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Nueva York, 27 de septiembre de 2025

Señora Presidenta de la Asamblea General:

Señor Secretario General:

Mientras aquí deliberamos 2 2 millones de seres humanos en Gaza están condenados al hambre por las acciones de genocidio, exterminio y limpieza étnica del régimen sionista, que cuenta con los suministros militares y financieros, y la impunidad que le garantiza el gobierno de los Estados Unidos.

A nombre del gobierno y del pueblo de Cuba, reitero la más firme solidaridad con el pueblo palestino, y con su justa causa a favor de la libertad, la independencia y el fin de la ocupación sionista.

Si el Consejo de Seguridad se muestra impotente por motivo del veto que Estados Unidos ejerce o amenaza con ejercer, y no es capaz de adoptar medidas efectivas para cesar la barbarie, esta Asamblea General tiene el deber y la capacidad de impulsar medidas concretas, sin demora.

Como mínimo, debe declarar de modo inequívoco el derecho de Palestina a ser un Estado miembro de la ONU, en las fronteras previas a 1967, su capital en Jerusalén Oriental y el derecho al regreso de los refugiados.  

Once millones de personas, tres millones de ellos niños mueren cada año de hambre y enfermedades asociadas. La crisis climática está destruyendo naciones y vidas, devastando comunidades y economías.  Un puñado de países y personas acumula más riqueza que la gran mayoría de todos los nuestros países juntos. Las colosales desigualdades frenan e impiden el desarrollo sostenible.

No ha habido una respuesta global eficaz a los graves desafíos actuales. No podría haberla porque el orden mundial vigente refleja una era pasada, cuando la mayoría de los países en desarrollo ni siquiera existían como Estados independientes. Hace 80 años, la ONU se fundó con apenas 51 Estados Miembros. Hoy somos 193.

La prioridad más urgente es crear un nuevo orden internacional que garantice la paz, el derecho al desarrollo, la igualdad soberana, la participación y representación de los países en desarrollo en las decisiones de política a nivel global; que proporcione el bien común y la prosperidad en armonía con la naturaleza, y asegure el ejercicio de todos los derechos humanos a todas las personas.

Aspiremos a una nueva coexistencia civilizada, en la que prevalezcan la solidaridad, la cooperación internacional y el arreglo pacífico de controversias, como alternativas a la guerra, al uso de la fuerza, la agresión, la ocupación; una nueva coexistencia opuesta a las aspiraciones de dominación y hegemonismo unipolares. Un orden sin bloqueos ni medidas coercitivas unilaterales, basado en el multilateralismo y con pleno respeto a la Carta de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional.

Aun con sus limitaciones, Naciones Unidas sigue siendo la instancia más representativa de la comunidad internacional. Tenemos el deber de protegerla y fortalecerla, en su esencia intergubernamental, en sus bases democráticas que no pueden diluirse en agendas generalizadoras, sujetas a prioridades y reglas caprichosas impuestas por quien aporta el mayor financiamiento.

Es necesario resaltar el papel central de la Asamblea General, como su órgano más democrático y representativo.

La iniciativa “ONU80”, lanzada por el Secretario General, debe tener como objetivo principal fortalecer el carácter intergubernamental de las Naciones Unidas y su capacidad para enfrentar mejor los retos acuciantes del presente.

Es preciso rechazar la propuesta amenazante de una nueva doctrina a la que llaman “paz mediante la fuerza”, que equivale a imponer a todos la voluntad arbitraria del imperialismo estadounidense con el uso de la amenaza, la coerción y la agresión.

Es una doctrina concebida para satisfacer las ambiciones de un poderío unipolar ya en declive, que responde, además, a los intereses de las grandes corporaciones transnacionales, a costa de los derechos de naciones soberanas y sus pueblos, y de los valores sobre los que se edificó esta Organización.

En el mar Caribe, se cierne hoy la amenaza de la guerra, con un despliegue naval y aéreo extraordinario, de carácter ofensivo, absolutamente injustificado, con misiles y medios de desembarco y asalto, y submarinos nucleares.

Se lanzan misiles balísticos de pruebas con capacidad nuclear. Estados Unidos esgrime el pretexto del combate al crimen y el tráfico de narcóticos, leyenda en la que nadie cree.

El ataque y destrucción de lanchas sin identificación o destino conocido, el asesinato o ejecución extrajudicial de civiles, la intercepción de embarcaciones o buques pesqueros y las acciones agresivas de Estados Unidos generan una coyuntura peligrosa que viola el Derecho Internacional, amenaza la paz y la seguridad regionales.

Reafirmamos nuestro enérgico rechazo a las amenazas de agresión contra Venezuela y nuestro total apoyo al gobierno bolivariano y chavista de esa hermana nación latinoamericana y caribeña y a la Unión Popular-Militar encabezada por el legítimo presidente Nicolás Maduro Moros.

Repudiamos la Doctrina Monroe y todo intento de militarización, intervención o dominación imperialista en la América Latina y el Caribe, proclamada como Zona de Paz, en enero de 2014, en La Habana, con la firma de los Jefes de Estado y Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

La acelerada carrera armamentista entraña una competencia en el campo de la muerte y la destrucción, con el empleo de extraordinarios recursos financieros y materiales que podrían destinarse a la mitigación de la pobreza, el desarrollo y la cooperación.

Entretanto, las magras metas de la Agenda 2030 no podrán cumplirse; se ignoran los compromisos de Ayuda Oficial al Desarrollo, y disminuye el financiamiento para el enfrentamiento del cambio climático.

En 1960, ante esta propia Asamblea, el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, señaló y cito: “Desaparezca la filosofía del despojo y habrá desaparecido la filosofía de la guerra”.

Señora Presidenta:

El cambio climático avanza inexorable y rápidamente. Los primeros seis meses de este año han sido los más cálidos que se hayan registrado. El pasado año había sido ya el de más altas temperaturas. Desde esta propia tribuna hoy incluso se cuestiona la ciencia y décadas de trabajo colectivo para proteger al planeta.

Si no se cambian de raíz los patrones de producción y consumo insostenibles del capitalismo, sobrepasaremos antes de 2030, el fatídico umbral de 1.5 grados centígrados.

La deuda externa de los países en desarrollo, pagada ya varias veces, crece y acumula cifras astronómicas de intereses como nueva forma de colonización. Se precisa implementar los compromisos asumidos en la Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo, con recursos adicionales y un mecanismo multilateral específico para la negociación de la deuda.

Sufrimos las consecuencias de la poderosa dominación cultural en una era en que la tecnología digital impacta nuestras vidas de forma cada vez más acelerada e integral. Unas pocas transnacionales, casi todas estadounidenses, imponen sus sistemas operativos y controlan los contenidos que se ven, se leen, se escuchan y manipulan la conducta humana. Sufrimos la dictadura del algoritmo. 

Necesitamos establecer en la ONU, cuanto antes, normas comunes para liberar el potencial transformador de las nuevas tecnologías, especialmente de la inteligencia artificial, en beneficio de todos, atenuando al mismo tiempo los riesgos.

Además de los retos que Cuba enfrenta, derivados de su condición de pequeño Estado insular en desarrollo, nuestro país sufre el impacto devastador y acumulado de la política de hostilidad y asfixia económica impuesta por los Estados Unidos desde hace más de seis décadas.

El bloqueo contra Cuba persiste y se endurece en extremo. Se trata de una verdadera guerra económica abarcadora y prolongada, dirigida a privar a los cubanos de sus medios de vida y sostenibilidad, de su existencia como pueblo solidario, culto y alegre.

Miente deliberadamente quien afirme lo contrario. Los propios promotores de esa guerra se ufanan de su efecto destructivo y su capacidad para golpear desde cualquier rincón del planeta el nivel de vida de todo un pueblo.

La agresión ha escalado a niveles sin precedentes en los últimos ocho años, incluidas acciones de persecución y presión económica sobre terceros, los Estados que ustedes representan, y que son cada vez más elaboradas, quirúrgicas y extraterritoriales. Provoca impedimentos múltiples y extraordinarios a la actividad productiva, comercial, financiera, y para los servicios y políticas que garantizan la justicia social y la vida misma.

Cuba encara hoy un grave escenario de cortes prolongados y diarios del servicio eléctrico, dificultades para costear los alimentos, insuficiente disponibilidad de medicamentos, depresión del transporte público, limitaciones en los servicios comunales e inflación pronunciada que deprime los ingresos reales.

En 1960 el Subsecretario de Estado, Lester Mallory, formuló el infame memorando de coerción y bloqueo contra Cuba que ha guiado durante todos estos años y guía ahora, la conducta del gobierno estadounidense. Decía textualmente y cito: “…hay que emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba… una línea de acción que… logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. Fin de la cita.

El Secretario de Estado de los Estados Unidos es hoy la reencarnación de ese sujeto macabro.

Señora Presidenta:

Cuba es un país víctima del terrorismo y lo fue por décadas del terrorismo de Estado de los Estados Unidos. Durante años y aún hoy, se organizan y financian contra el país actos terroristas desde territorio de los Estados Unidos. Viven aquí, tranquilamente y con absoluta impunidad, reconocidos perpetradores de actos horrendos de agresión contra el pueblo cubano, con un saldo de miles de muertes, de mutilados y cuantioso daño material.

En cumplimiento de sus responsabilidades contra el terrorismo y con los esfuerzos de la ONU contra este flagelo, el gobierno cubano ha compartido oficialmente con el gobierno de Estados Unidos en años recientes los nombres y datos de 62 personas y 20 organizaciones que radican en este país, que han sido responsables de actos violentos y terroristas, y que, desde este territorio, aun participan en actos de esa naturaleza contra Cuba. No se ha recibido respuesta y se desconoce que las autoridades de los Estados Unidos hayan tomado acción alguna contra ninguno de ellos.

Resulta cínico que el gobierno de Estados Unidos, con fines de coerción política y económica, califique a Cuba como Estado patrocinador del terrorismo, calumnia que no comparte esta Organización, ni ningún otro de sus Estados Miembros.

Muchas de las instituciones nacionales, tanto bancarias y financieras como comerciales, de casi todos los países aquí representados, son objeto de intimidación por esa calificación falaz del gobierno de los Estados Unidos. Con motivo de ella, muchas veces sus bancos eluden relacionarse con entidades cubanas, ofrecernos créditos, respaldar nuestra actividad comercial o canalizar nuestras transferencias bancarias.

Se suma la intimidación contra ciudadanos de más de 40 países a los que el gobierno estadounidense amenaza con represalias si, en virtud de sus derechos, deciden visitar Cuba.

Estados Unidos ha desatado una virulenta campaña de descrédito y persecución contra la cooperación médica cubana, y de hostigamiento y coerción contra las autoridades de los países que la reciben. Es una estrategia dirigida directamente desde el Departamento de Estado.

Pretende denigrar esa cooperación, que ha salvado millones de vidas y, en no pocos casos, ha sido la única opción de acceso a servicios de salud para grandes grupos poblaciones.

Esta cooperación altruista y solidaria descansa en acuerdos bilaterales absolutamente legítimos y se corresponde plenamente con los estándares internacionales en materia de Cooperación de esta y otras organizaciones internacionales.

Confirmo, una vez más, que Cuba mantendrá sus compromisos con todos los países con los cuales tiene acuerdos y programas bilaterales de cooperación médica, y conservará la voluntad incluso de ampliarla con todos los gobiernos dispuestos a desarrollarla, respetando el Derecho Internacional, su legislación nacional, en aras del bienestar de sus pueblos.

Desde 1963, casi el mismo tiempo que data el Memorando del señor Mallory, 605 mil médicos y especialistas han realizado, en decenas de países, más de 17 millones de intervenciones quirúrgicas y más de cinco millones de partos. En este momento, más de 24 mil profesionales de la salud prestan y prestarán servicios en 56 países.

La agresión contra Cuba se refuerza con una potente maquinaria de desestabilización que, desde territorio estadounidense, y con financiamiento del presupuesto federal de este país, impone una ofensiva dirigida a alterar la tranquilidad ciudadana, promover actos de violencia, desorientar a la población y desacreditar a nuestro país.  

Se trata de una estrategia de guerra no convencional que combina la manipulación emocional con la intoxicación informativa para tratar de imponer un clima de desesperanza y desmovilización política.

Frente a tan asimétrica embestida, la determinación de nuestro pueblo se fortalece. Estamos conscientes de los grandes desafíos que enfrentamos y de la necesidad de encaminar, con creatividad y el concurso de todos, la recuperación económica y fortalecer las conocidas y eficaces políticas sociales.

El pasado mes de julio el presidente Miguel Díaz-Canel describió y cito: “No somos un accidente de la historia. Somos la lógica consecuencia de una historia de resistencia y rebeldía contra el abuso y la injusticia”. Fin de la cita.

No cejaremos en el empeño de construir nuestros sueños de un país socialista, mejor y más próspero para todos, sobre la base del orden constitucional elegido libremente por nuestro pueblo, que garantice la soberanía, la identidad nacional y cultural, y refleje el sueño del Apóstol José Martí, sintetizado en sus memorables aspiraciones y cito: “el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre” y “conquistar toda la justicia”.

Hemos diseñado un programa de recuperación económica realista, adaptado a las condiciones muy peculiares y extraordinarias de nuestro país, conscientes de que debemos sobreponernos a los impactos demoledores del bloqueo, superar las deficiencias propias de la actual estructura económica y cito, “cambiar todo lo que debe ser cambiado”.  Evitamos hacernos ilusiones, pero los resultados ya comienzan a sentirse a nivel macroeconómico, aunque aún no se reflejan en la vida cotidiana ni las familias los perciben.

Cuba es una nación de paz. A pesar de todo el daño que nos ha provocado y provoca Estados Unidos, siempre hemos estado dispuestos a dialogar sin condicionamientos, y a intentar avanzar hacia una relación respetuosa y civilizada con ese país, sin subordinación ni límites a nuestras prerrogativas soberanas. Ambos pueblos se beneficiarían de esa oportunidad.

Vive aquí en Estados Unidos una cifra considerable de cubanos, muchos de los cuales hoy se sienten amenazados, puesto que los han traicionado vilmente los políticos que han hecho carrera, especialmente en Miami, y se han enriquecido, supuestamente representándolos. Con la siembra perenne del odio y la manipulación política, estos políticos ahora respaldan, por oportunismo, las medidas xenófobas, racistas y represivas, de intimidación y represalia, que injustamente se aplican contra ellos.

Así ocurre, particularmente, en el Departamento de Estado.

No puede olvidarse que la inmensa mayoría de los cubanos ha llegado a este país durante más de 60 años empujados por las condiciones que provoca el bloqueo, y atraídos por el privilegio de leyes y prácticas políticamente motivadas, de estímulo, acogida y protección, con independencia de si emigraban de modo regular o no.

Señora Presidenta:

Reafirmamos nuestro compromiso como país socio de los BRICS.

Rechazamos la aplicación de medidas coercitivas unilaterales que buscan subyugar la voluntad soberana de los pueblos. Expresamos nuestro apoyo a Belarús, Nicaragua, Venezuela, Zimbabwe, la República Popular Democrática de Corea, Irán, Rusia, y otras naciones víctimas de ellas.

Ratificamos nuestra solidaridad con el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional de Nicaragua.

Reiteramos nuestro apoyo al derecho inalienable del pueblo de Puerto Rico a la libre determinación e independencia.

Las hermanas naciones del Caribe merecen un trato justo y diferenciado, así como reparaciones por los horrores del colonialismo y la esclavitud.

La comunidad internacional tiene una gran responsabilidad con el pueblo haitiano. Mantenemos nuestra modesta cooperación en materia de salud con ese país hermano y Cuba se sumará a todo esfuerzo internacional para apoyarlo, basado en el respeto a su soberanía, sin imposiciones, ni intervenciones militares.

Respaldamos el derecho legítimo y soberano de Argentina sobre las Islas Malvinas, Sándwich del Sur, Georgias del Sur y sus espacios marítimos circundantes.

Cuba continúa comprometida con la paz en Colombia y se solidariza hoy con el presidente Gustavo Petro.

África, cuna de la Humanidad, siempre podrá contar con Cuba y la solidaridad de los cubanos. Respaldamos su justo reclamo a las reparaciones por los daños de la colonización.

Reafirmamos nuestra solidaridad con el pueblo saharaui y su derecho a la libre determinación.

Reafirmamos nuestro apoyo al principio de “Una Sola China”.

Nos oponemos a las agresivas doctrinas militar y nuclear de la OTAN.

Tenemos la firme convicción, sin utopía, de que un mundo mejor es posible. Creemos en el deber de luchar y trabajar para lograrlo.

Reitero las palabras del presidente Raúl Castro Ruz, pronunciadas desde este estrado, en septiembre de 2015 y cito:

“Podrá contar siempre la comunidad internacional con la sincera voz de Cuba frente a la injusticia, la desigualdad, el subdesarrollo, la discriminación y la manipulación, y por el establecimiento de un orden internacional más justo y equitativo, en cuyo centro se ubique, realmente, el ser humano, su dignidad y bienestar”.

Muchas gracias.

(Fuente: Cubaminrex)


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