
El peligro que representan el dengue y el chikungunya en la actualidad es una amenaza que no debe tomarse a la ligera. La naturaleza cambiante del virus del dengue, que ahora puede infectar a quienes ya han sido afectados anteriormente y, en algunos casos, albergar múltiples dolencias simultáneamente, hace que la situación sea más compleja y peligrosa.
Además, el chikungunya, aunque generalmente no es mortal, puede dejar secuelas que incapacitan a las personas durante meses, afectando su calidad de vida y su economía familiar.
Este escenario requiere una respuesta coordinada y efectiva, que involucre a diferentes actores y niveles de la sociedad. Las instituciones deben intensificar las fumigaciones y aplicar el abate en los focos principales, combatiendo al vector en los lugares donde se reproduce. La comunidad por su parte tiene un papel fundamental en la eliminación de criaderos, limpiando solares, zanjas y vertederos que pueden convertirse en caldo de cultivo para los mosquitos.
La batalla contra el dengue y el chikungunya se gana en cada patio, en cada rincón donde el insecto pueda reproducirse. Es un esfuerzo que requiere conciencia, disciplina y colaboración entre todos los sectores de la sociedad. Solo así podremos reducir los riesgos y proteger la salud de nuestra comunidad, enfrentando esta amenaza con una estrategia sólida y coordinada.
En definitiva, la prevención y el control de estas enfermedades no son solo responsabilidad de las instituciones, sino un compromiso de cada uno de nosotros. La suma de pequeños esfuerzos puede marcar la diferencia en la lucha contra estos vectores y sus peligros. La salud de todos está en juego, y el momento de actuar es ahora, en nuestras casas, en nuestras calles y en nuestras vidas. (Maykel Torres La Rosa/Radio Cadena Agramonte) (Foto: Tomada de Internet)