
Guáimaro, Camagüey, 22 nov.- Para los hermanos Camilo y Yosvani Betancourt Rodríguez, el verdadero destino no era un lugar sino un oficio. Después de años dedicados a la construcción levantando paredes y cargando ladrillos, decidieron cambiar radicalmente de rumbo, ahora su vida ya no se mide en metros cuadrados de concreto, sino en surcos abiertos y semillas plantadas.

Estos guaimareños, de espíritu laborioso inician cada jornada con la convicción de que su salud y voluntad son más que suficientes para desafiar el sol agobiante y la fatiga. Su misión es abrirse paso entre la maleza y expandir las áreas de cultivo. En esos suelos húmedos y fértiles, donde crecen alimentos sanos y abundantes, han descubierto un principio rector: la disciplina, la responsabilidad y el sentido de pertenencia son la verdadera alquimia que transforma el esfuerzo en productividad y el sacrificio en esperanza.

Camilo, quien durante casi tres décadas condujo el camión de basura hacia el vertedero, cambió de ruta sin perder de vista su ética de trabajo. Ahora, cuando los recursos se lo permiten, conduce el vehículo de la granja urbana. Desde ese asiento vuelve a sentir que su labor sostiene la vida, y que cada surco que traza es un compromiso cumplido con la agricultura local.

En 2024, se sumó a este proyecto Justo Fermín Leiva Caso, un hombre curtido en el trabajo duro. Con una amplia trayectoria como operador de maquinaria agrícola en la Loma del Corojo y en la Unidad Básica de Producción Cooperativa Cuatro de Abril, y posteriormente como especialista en asfaltado durante más de 20 años, Justo Fermín encontró en la tierra un regreso a sus orígenes.
Hoy, junto a Camilo, Yosvani, Rafael Arcángel y Yuniober, pone nuevamente sus manos al servicio de la tierra con la misma fuerza y entrega que lo han caracterizado toda su vida.

Los tiempos son difíciles pero la determinación de estos cinco obreros agrícolas es aún más fuerte. En su labor diaria, encarnan las palabras del Apóstol de la independencia cubana, José Martí: “Si el hombre sirve, la tierra sirve”. Su historia es un testimonio de resiliencia y de fe en el poder transformador del trabajo bien hecho. (Texto y fotos: Radio Guáimaro)