Por Yolanda Ferrera Sosa/Colaboradora de Radio Cadena Agramonte.
Colocado en el frontón de acceso al Cementerio General de Camagüey, ese deseo preside la entrada a uno de los elementos patrimoniales más preciados de la legendaria ciudad. Este 3 de mayo le llegaron sus 200 años de apertura, efeméride que las actuales generaciones de agramontinos recordaron con una peregrinación hasta la Necrópolis, la más antigua en activo de toda Cuba.
También se le dedicó un breve ciclo de conferencias impartidas por especialistas que se adentraron en su trayectoria a través del tiempo, entre ellas la arquitecta Adela García Yero, doctora en Arte y máster en Conservación y Rehabilitación del Patrimonio Construido.
García Yero ha dedicado 20 años de su vida a la investigación in situ del camposanto lugareño. Su indagación «La otra ciudad: Cementerio de Camagüey» mereció el Premio de Investigación Histórica Jorge Enrique Mendoza correspondiente al 2010. Y confiesa que aún le sigue descubriendo secretos a un monumento sui géneris entre todas las construcciones de ese tipo en el país.
“Siempre que se habla del Cementerio de Camagüey -destaca- hay que hacer referencia a la entonces ermita del Santo Cristo del Buen Viaje, ubicada en los albores de la villa de Santa María del Puerto del Príncipe fuera del perímetro de ésta. Surgida la ermita hacia los finales del siglo XVIII, desde sus inicios contó con un cementerio anexo donde se realizaban los enterramientos de la vecindad.
“Era práctica común, hacer las inhumaciones dentro de las sedes eclesiásticas. Pero en el caso de esta ermita, ya surgió con un cementerio anexo. De 1795 data un Registro que especifica este hecho. Anteriormente, en 1790, los principeños habían solicitado al Ayuntamiento la apertura de un cementerio allende las iglesias, para así ser una de las comunidades pioneras en Cuba en pedir un cambio total en la concepción de los enterramientos.
“Hubo reticencia al principio por parte del propio clero, que veía afectados sus ingresos económicos por concepto de las ceremonias fúnebres. Si se tiene en cuenta la existencia de ese cementerio anexo a la parroquia, el enclave tiene más de 200 años. No obstante, se toma como fecha oficial de su apertura la del 3 de mayo de 1814, a las 8:00 a.m., con la presencia de los vecinos más acaudalados y del sacerdote más longevo, don Juan de Nepomuceno Arango y Cisneros.
“Hay un dato muy curioso -agrega la doctora García Yero-, desde 1813 el sitio estaba preparado para su función como cementerio de la ciudad, la cual cumplió antes de su apertura, con el primer enterramiento, en diciembre de ese mismo año 1813. Correspondió el triste privilegio, a uno de los máximos impulsores del Camposanto, el alcalde Don Diego del Castillo. Una vez inaugurado, la primera inhumación allí fue la del mulato Pascual de la Roja, el 4 de mayo de 1814.
“Si tuviera que caracterizar al cementerio de la capital agramontina con pocas palabras -enfatiza-, yo diría que es muy camagüeyano. Nuestra ciudad se caracteriza por una trama urbana sumamente desordenada, como un plato roto, que le ha dado carácter excepcional. Ello legitima su declaratoria como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
“Y el cementerio no escapa a esa realidad. Cuando se aprecian sus calles principales a lo largo de su estructura, hay un ordenamiento perceptible… sin embargo, cuando el visitante se adentra en su interior, observa un caos en la ubicación de las tumbas, sin ordenamiento en cuadrantes, con panteones uno al lado del otro pero también, uno detrás del otro. Y éste es un caso único en el país.”
La doctora García Yero destaca otras características del camposanto sumamente interesantes, como que los principeños fueron de los primeros en la Isla, en unir los panteones a los muros limítrofes del camposanto con el exterior.
“Se le suman otros elementos únicos en nuestro país en esta especificidad arquitectónica, como el adosamiento de los panteones unos con otros, conformando tramos. También la existencia de panteones de cuatro fuentes, conocidos como «mogotes». Se denominan así porque constituyen una especie de capilla cerrada con cuatro o cinco niveles de enterramiento, más cuatro fuentes de posibles enterramientos justo por el sistema de emparedamiento. Todos tienen características similares: terminan con un frontón circular o frontal, decorado con elementos simbólicos referidos a la muerte.
“Por otra parte, es la única necrópolis en la Isla donde se quemó parcialmente el cuerpo de uno de los adalides de nuestras guerras independentistas del dominio español. Hasta allí fue llevado el cadáver del Mayor General Ignacio Agramonte Loynaz. No fue cremado totalmente, y sus restos se lanzaron a una fosa común. De hecho, jamás se han podido rescatar.”
Como todos los cementerios en el mundo, el de la ciudad de Camagüey guarda sus leyendas notorias. Los epitafios que allí se encuentran, dan fe de mensajes cargados de una multiplicidad de sentimientos que van desde la admiración y el duelo, hasta la demostración de pasiones encontradas. En esta última muestra, sobresale la sentencia que un amante desairado dedicó a su nunca logrado amor.
A la izquierda de la entrada de la necrópolis, puede hallarse la original cruz de madera donde la mano de aquel hombre dejó para la posteridad la constancia de su dolor. La contemporaneidad se encargó de labrar sobre mármol los versos dedicados a Dolores Rondón, que ningún lugareño desconoce y que forman parte de su más querido patrimonio.
Otras leyendas hablan de inscripciones sobre tumbas inspiradas por el más ejemplarizante patriotismo... incluso a despecho de la propia vida del autor.
Joaquín de Agüero -uno de los primeros abolicionistas y conspiradores contra la metrópoli española en el entonces Puerto Príncipe- fue fusilado el 12 de agosto de 1851, por levantarse en armas. A manera de gratitud, alguien -a partir de aquel año y cada día dedicado a los Fieles Difuntos- colocaba en el sitio una cartulina en la que podía leerse esta quinteta: “Víctima infausta de un amor sincero/ sentido por el hombre y por la gloria/ yace aquí el adalid Joaquín de Agüero/ su nombre guarda la cubana historia/ su muerte llora el Camagüey entero”.
Esta quintilla a Joaquín de Agüero es otro valioso tesoro contenido en el bicentenario Cementerio General de esta ciudad, cuyos atributos no pasan por alto, gracias a investigaciones sumamente objetivas y entrañables, como las realizadas por la doctora Adela García Yero. (Fotos: Archivo.)