Caracas, 6 jul.- La designación de Marco Rubio como secretario de Estado de Estados Unidos ha marcado un punto de inflexión en la política exterior hacia América Latina y el Caribe. Su llegada al cargo ha revitalizado una agenda injerencista que tiene a Venezuela, Cuba y Nicaragua como principales objetivos. Bajo su gestión, el discurso que presenta al gobierno venezolano como una amenaza para la seguridad regional ha tomado un tono más agresivo.
En los últimos meses, esta narrativa se ha reforzado con temas como el "Tren de Aragua", la reactivación del supuesto "Cartel de los soles" y operaciones de falsa bandera en zonas fronterizas. Estos elementos forman parte de una estrategia más amplia destinada a generar tensiones internas y externas que justifiquen una intervención, ya sea diplomática, económica o militar.
El caso más reciente ocurrió el 18 de febrero, cuando Guyana denunció un supuesto ataque contra sus tropas en el río Cuyuní, en el Esequibo venezolano. Según el gobierno guyanés, seis soldados resultaron heridos por hombres armados "venezolanos". Caracas desmintió categóricamente la acusación, calificándola como un "montaje" y señalando que formaba parte de una operación de falsa bandera. El canciller Yván Gil denunció que el incidente buscaba justificar la militarización de la zona con apoyo del Comando Sur de Estados Unidos.
La agenda se consolidó el 27 de marzo con la visita de Marco Rubio a Guyana, donde firmó un memorando de entendimiento con el presidente Irfaan Ali. El acuerdo, centrado en cooperación en seguridad, se percibe como un mecanismo para incrementar la presencia militar estadounidense en la región bajo el pretexto de combatir el crimen organizado. Rubio mencionó la supuesta presencia del Tren de Aragua en Guyana, un argumento que podría usarse para justificar operaciones encubiertas.
El 15 de mayo, Guyana volvió a denunciar enfrentamientos en zonas fronterizas no delimitadas. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) desmintió las acusaciones y las atribuyó a una nueva operación de falsa bandera. La vicepresidenta Delcy Rodríguez advirtió que estos hechos buscan crear un casus belli para justificar una escalada militar.
En la frontera con Colombia, el presidente Nicolás Maduro denunció a finales de abril la inacción de las autoridades colombianas frente al aumento de grupos irregulares, narcotráfico y violencia que cruzan hacia Venezuela. Maduro criticó el silencio del gobierno de Gustavo Petro, señalando que las llamadas entre fuerzas de seguridad no recibían respuesta.
El 19 de mayo, el ministro Diosdado Cabello anunció un operativo de seguridad que resultó en la detención de 38 personas, entre ellas 17 extranjeros, acusados de planear sabotajes electorales y atentados con explosivos. Según Cabello, los detenidos recibieron entrenamiento paramilitar en Ecuador y estaban financiados por el narcotráfico colombiano, vinculado a figuras como Álvaro Uribe, Iván Duque y Juan Manuel Santos.
En julio de 2025, el gobierno venezolano desmanteló una conspiración internacional dirigida desde Colombia con apoyo de agencias estadounidenses. La red, que planeaba atentados terroristas, estaba vinculada a la oposición venezolana, incluyendo a María Corina Machado, y a figuras políticas colombianas.
La narrativa del "narcoestado" resurgió con la declaración de culpabilidad de Hugo "El Pollo" Carvajal en una corte de Nueva York. Carvajal, acusado de narcotráfico, fue presentado como parte del "Cartel de los soles", un relato utilizado históricamente por Washington para justificar sanciones contra Venezuela.
María Corina Machado ha intensificado su discurso, acusando sin pruebas al gobierno venezolano de ser aliado de Rusia e Irán y de poseer drones de combate. Estas declaraciones coinciden con la revelación de un operativo de espionaje en el que un exvicepresidente de PDVSA, Armando José García Miragaya, suministró información crítica al FBI sobre infraestructuras clave como la refinería de Amuay y la represa de Guri.
Medios como el New York Post y el New York Times han amplificado acusaciones infundadas contra Venezuela. En marzo, el Post publicó un artículo que vinculaba al gobierno con el narcotráfico, mientras que Bret Stephens, en el Times, abogó por una "diplomacia coercitiva" e incluso el uso de la fuerza, siguiendo el modelo de la invasión a Irak en 2003.
Esta estrategia busca crear una percepción de Venezuela como amenaza regional, allanando el camino para sanciones más duras o una intervención militar. El patrón recuerda la justificación de la invasión a Irak, basada en falsedades. Con figuras como Rubio impulsando esta narrativa, la presión sobre Venezuela no parece disminuir. (Texto y Foto: Cubadebate)