A 152 años de su caída en combate, el 11 de mayo de 1873 en los potreros de Jimaguayú, se le recuerda por su valentía, disciplina y por haber participado en más de 100 batallas.
Ignacio Agramonte Loynaz, el mayor general del Ejército Libertador, nacido en la ciudad de Puerto Príncipe hoy Camagüey, el 23 de diciembre de 1841, en el seno de una familia ilustre, culta y librepensadora, que le había asegurado educación esmerada y la formación de recios valores morales.
Egresó de la carrera jurídica en 1867, desde joven se involucró en la lucha por la independencia de Cuba, siendo un valiente patriota y destacado abogado.
A pesar de su formación estrictamente académica, en 1868 se unió a las fuerzas de Carlos Manuel de Céspedes en la insurrección de La Demajagua y se encargó de dirigir a los rebeldes en la provincia de Camagüey, más tarde desempeñó el cargo de comandante de las fuerzas revolucionarias, además de ser uno de los redactores de la primera ley cubana contra la esclavitud.
Como líder militar, dirigió campañas en Camagüey y demostró ser un estratega clave en la lucha contra las fuerzas españolas.
Su muerte ocurrió en un enfrentamiento en Jimaguayú, donde fue mortalmente herido por una bala en la sien. Tras su fallecimiento, su cuerpo fue llevado por los españoles y posteriormente incinerado.
Reconocido por su integridad y liderazgo, su legado perdura en la historia cubana, y en 1912 se erigió una estatua ecuestre en su honor, en la ciudad de Camagüey simbolizando su sacrificio por la libertad.
Ignacio Agramonte, El Mayor, es considerado un símbolo perdurable de la lucha por la independencia de Cuba. (Texto: Arleén Calvo Lacal/Radio Cadena Agramonte) (Fotos: Tomadas de Internet)