La cultura, lejos de ser un sector más, en Cuba se inscribe como el eje central de una auténtica política de desarrollo, una que encuentra su fuerza en la aceptación y participación ciudadana. Este principio, heredado del pensamiento de José Martí, quedaron plasmados desde los primeros años de la Revolución.
La creación de un sistema de instituciones culturales de alcance nacional, como Las Casas de Cultura, las Bibliotecas públicas, la red de museos y las escuelas de arte como la Escuela Nacional de Arte, el Instituto Superior de Arte y el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, han garantizado el acceso gratuito o subsidiado a bienes y servicios culturales para formar artistas de excelencia.
Eventos masivos como la Feria Internacional del Libro de La Habana, Las Romerías de Mayo o el Festival del Caribe, no sonsimples festivales, son espacios donde se reafirma la cubanía, se promueven figuras históricas, desde los héroes independentistas hasta artistas emblemáticos.
Para vincular al público con estos centros, miles de cubanos participan en talleres de creación en sus comunidades, presentando su trabajo en festivales municipales, provinciales y nacionales.
La participación no es solo un eslogan, en las mismas casas de cultura los propios vecinos deciden, en colaboración con los instructores de arte, la programación y las actividades que tengan previstas.
En Cuba, la cultura es un paradigma único, es un terreno donde se siembra el consenso, es identidad. Si bien las dificultades económicas limitan los recursos materiales del país, la cultura y en especial la comunidad han demostrado una resiliencia que solo caracteriza al cubano. (Martha Karla Gutierrez Pacios/Estudiante de periodismo Radio Cadena Agramonte) (Foto: Tomada de Internet)