
La Habana, 29 oct.- En medio de la 64 Serie Nacional de Béisbol el camagüeyano Leonel Moas Jr. se ha convertido hoy en el estandarte ofensivo de unos Toros que resisten, golpean y siguen creyendo en la remontada.
Al jardinero central se le ha hecho costumbre domar el pitcheo rival con la misma serenidad con que su padre -aquel slugger que sumó 272 cuadrangulares- descargaba poder en el pasado. Pero Moas Jr. no heredó solo la fuerza: hizo suyo el arte de la constancia. Batear, la acción más difícil del deporte, parece para él un gesto casi ritual.
A sus doce campañas en el circuito doméstico, el hijo pródigo de Camagüey atraviesa su plenitud. Con un promedio de .407, lidera el torneo en imparables (68), dobles (13) y total de bases recorridas (103); además, es quinto en average, sexto en anotadas (34) y octavo en impulsadas (35). Cifras que lo catapultaron a la preselección del equipo nacional para la Copa América de Panamá, prevista para noviembre.
Más allá de los números Moas Jr. es la encarnación de la disciplina silenciosa. Lejos del ruido mediático, el torero entrena con la devoción de quien sabe que el talento sin trabajo se evapora. En el jardín central, apenas ha cometido un error en 111 lances y mantiene, en 40 juegos, un promedio defensivo de .991, con dos asistencias.
Su efectividad con corredores en posición anotadora (34.92%) -producto de impulsar a 22 de los 63 corredores que ha encontrado en esa situación- lo revela como un bateador oportuno, de esos que no se encogen cuando el juego arde. Además, con hombres en bases promedia para .430 y suma seis jonrones.
Camagüey, pese a ostentar el mejor promedio ofensivo del campeonato (.344) y ser segundo en defensa (.977), sufre desde el puesto 12 del ordenamiento general. Pero en medio de ese vaivén Moas Jr. encarna la resistencia: es la chispa que mantiene vivo el fuego del toro, el golpe seco que recuerda que el béisbol es también cuestión de fe.
Este mes volvió a encadenar 15 juegos consecutivos con al menos un indiscutible, hazaña que ya había logrado dos veces antes. Quizás por eso, cuando entra al cajón de bateo, el silencio del estadio se transforma en una promesa: si hay alguien capaz de cambiar la suerte de los Toros, ese es Leonel Moas Jr., el bate de la perseverancia. (Fuente: Prensa Latina)