
Belém, 22 nov.- En medio de tensiones abiertas y con la presión científica como telón de fondo, la COP30 aprobó hoy el llamado Global Mutirão, un acuerdo que impulsa la reducción del uso de combustibles fósiles, pero sin metas vinculantes.
La aquiescencia del documento Global Mutirão (Esfuerzo Colectivo Global) desató un torbellino político en la recta final de la XXX Conferencia de Naciones Unidas sobre el Clima (COP30), en la que la presidencia brasileña celebró un consenso cuestionado por delegaciones ante la falta de ambición y el modo en que fue conducido el cierre negociador.
El presidente de la conferencia, el diplomático André Corrêa do Lago, confirmó la adopción del texto tras una noche de discusiones intensas. El entendimiento acelera la implementación del Acuerdo de París.
Incluye, entre otros, compromisos sobre adaptación, financiamiento y transparencia, pero deja para 2026 las decisiones que deberían haberse zanjado en Belém, lo cual generó malestar entre países que pedían pasos inmediatos.
Sin embargo, apenas anunciado el acuerdo, una serie de delegaciones, entre ellas la Unión Europea, Colombia, Panamá y Suiza, levantaron objeciones por lo que describieron como un proceso poco dialogante.
Colombia encabezó la protesta al denunciar que el texto final omitía elementos negociados y consensuados. Su ministra de Ambiente, Irene Vélez-Torres, advirtió que el país no respaldaría un documento que “niega la ciencia” y aleja la meta de 1.5 grados Celsius.
Reclamó metas y fechas claras para eliminar los combustibles fósiles, ausentes por el bloqueo de grandes productores como Arabia Saudita.
Aun así, la presidencia brasileña intentó imprimir rumbo propio con dos iniciativas paralelas: un plan de transición hacia una economía sin combustibles fósiles, apoyado por 90 países, y otro para enfrentar la deforestación, respaldado por un número similar pero excluido del acuerdo principal pese a celebrarse la COP en la Amazonía.
Brasil también lanzó el Fondo Bosques Tropicales Para Siempre para movilizar recursos contra la tala.
El Global Mutirão, adoptado por 194 países, subraya la urgencia de reducir emisiones, promueve equidad y derechos humanos, y reconoce brechas en financiamiento.
Prevé triplicar los fondos para adaptación, aunque aplaza hasta 2035 la meta anual de 120 mil millones de dólares, reflejo de las tensiones geopolíticas que atraviesan la negociación climática.
Entre los avances celebrados por la sociedad civil destacó la creación del Mecanismo para una Transición Justa, destinado a que la transformación económica proteja a trabajadores, mujeres, comunidades indígenas y poblaciones afrodescendientes. (Fuente: Prensa Latina)