Hay casas que no se construyen con ladrillos, sino con sueños. Puertas que no se abren con llaves, sino con ganas de crear. Desde hace 39 años, la Asociación Hermanos Saíz en Camagüey es precisamente eso: un refugio, una plataforma y un impulso para el arte joven. Un sitio donde convergen la pasión, la irreverencia y la esperanza de quienes creen que el arte también puede transformar el mundo.
En la amplia familia de la cultura camagüeyana, la AHS ha sido mucho más que una institución. Es punto de partida y regreso, espacio de encuentro y aprendizaje. Lo sabe bien Diosmel Galano Oliver, periodista y actual vicepresidente de la filial, quien recuerda su llegada como un momento fundacional:
“La AHS en Camagüey fue ante todo un espacio para conocer a jóvenes creadores, para aprender a admirar voces y talentos que empezaban el andar en el mundo artístico. Llegué sin muchas pretensiones, solo con el deseo de aportar desde el periodismo y la crítica cultural.”
Con el tiempo, su compromiso se convirtió en guía. Desde la vicepresidencia, ha trabajado por fortalecer la membresía y sostener, aun en los contextos más complejos, los grandes eventos que identifican a la filial: El Almacén de la Imagen, el Festival de Rock Sonidos de la Ciudad, el Coloquio Nacional de Periodismo Cultural o la Cruzada Literaria.
“Estar entre los afortunados que festejan los 39 años de la AHS haciendo, dice Galano Oliver, es un orgullo. Es la felicidad de saber que las juventudes creadoras de Camagüey y de Cuba se mantienen intranquilas, en la búsqueda constante de crecer, de abrazar y llegar donde a otros les cuesta.”
Esa inquietud de los jóvenes es también la energía que mantiene viva a la organización. Para Rosabel Pi González, jefa de la sección de Literatura, la AHS “no es el taller o la escuela para los artistas, sino la casa que acoge el proceso de preparación de los jóvenes en sus carreras”.
“Allí soñamos y materializamos los primeros proyectos, damos los primeros pasos y nos sentimos parte de algo mayor. El sentido de pertenencia y el reconocimiento a la obra que realizamos bastan para que la Asociación nos transmita la calidez de una familia.” explicó.
Y familia es precisamente la palabra que más se repite entre quienes la habitan. Desde la música, Ada Naranjos lo resume con esa sensibilidad que nace del pentagrama y la emoción:
“La AHS resulta esa casa grande de los artistas. Esa donde confluyen verso y melodía, pinceles y tablados, guiones y flashes. Esa que ofrece eslabones para subir la cuesta. Esa de la que todos salimos buscando nuevos rumbos y a la que siempre regresamos buscando el calor que solo ofrece la familia.”
En la voz de Luis Adrián Viamontes Hernández, periodista miembro del equipo de Comunicación, la organización vibra con dinamismo:
“La AHS siempre está en movimiento. Su espíritu renovador brinda muchas oportunidades para crecer, para llevar a cabo proyectos y metas. Es una organización transformadora: desde que te acercas, te contagia las ganas de soñar y crear.”
Y entre quienes la sienten como parte esencial de su trayectoria está Dianaris Díaz Abad, jefa de la sección de Artes Escénicas y directora de la agrupación Sangre Gitana:
“A la AHS llegué muy joven, con ímpetu y ganas de crear. Desde entonces, hace ya 16 años, me abrió las puertas y me permitió consolidar mi carrera artística. Para un joven creador, la Asociación Hermanos Saíz es una plataforma imprescindible… y para mí, lo es todo.”
Retos de una casa viva
Casi cuatro décadas después de su fundación, la AHS camagüeyana no se detiene. Los tiempos cambian, los públicos también, y con ellos las maneras de sentir y de hacer arte. En la Cuba de hoy, diversa, conectada, desafiante, la Asociación se enfrenta al hermoso reto de reinventarse sin perder su esencia: la defensa de la autenticidad, el talento y la juventud creadora.
Las nuevas generaciones llegan con el pulso de la era digital, con fusiones de géneros, proyectos audiovisuales experimentales y lenguajes híbridos. Ante ese panorama, la AHS debe seguir siendo un espacio abierto, capaz de acoger distintas formas de expresión, sin etiquetas ni límites, con la misma libertad y curiosidad que inspiró a sus fundadores.
Su futuro se construye en la mezcla de la tradición y la vanguardia, del barrio y la red, del escenario y la pantalla. En ese diálogo constante entre lo que fue y lo que está por venir, la AHS demuestra que el arte joven cubano sigue latiendo, inconforme y soñador.
Cuando se apagan las luces tras un concierto, una lectura o una proyección, queda algo más que aplausos: queda el sentimiento compartido de haber hecho posible un sueño. Esa es la verdadera esencia de la Asociación Hermanos Saíz: acompañar el nacimiento de la obra y del artista, ser testigo y cómplice de su crecimiento, ser hogar.
En Camagüey, cada joven creador que ha pasado por la Casa del Joven Creador lleva consigo un pedazo de esa historia. Y cada aniversario es una promesa renovada: la de seguir construyendo, desde el arte, un país más sensible, más justo y más humano.
Porque 39 años después, la AHS no solo celebra su pasado. Celebra su presente vivo y su futuro posible. Celebra a todos los que sueñan, crean y creen. (Texto y foto: Idailen Rodríguez Rodríguez/Radio Cadena Agramonte) (Foto: Archivo)