Por Pedro Paneque Ruiz/ Radio Cadena Agramonte.
Cuando el pasado nueve de mayo se conmemoró otro aniversario de la victoria sobre el fascismo alemán, recordé que la profunda crisis económica que vivió Alemania durante la segunda década del siglo XX, a lo que se sumó la obligación de pagar una tasa tras la derrota en la Primera Guerra Mundial y al descrédito de la clase política, resultaron factores desencadenantes para que Adolf Hitler y su ideología, el nacionalsocialismo, consiguiese rápidamente gran cantidad de adeptos entre la ciudadanía germana.
Hoy día, el imperialismo norteamericano aplica prácticas fascistas aún más refinadas y emplea, además de los basamentos de tan funesta corriente, todos los adelantos de la ciencia y la técnica para su labor de espionaje, agresión mediática y engaños; preámbulo, como se ha demostrado en incontables oportunidades, de embestidas bélicas con un alto costo humano para los agredidos.
Ello, por supuesto, propicia una gran ganancia económica para el Complejo Bélico Militar estadounidense, los halcones de la guerra, políticos y hasta para un nada despreciable segmento de trabajadores que ve asegurado su sustento doméstico en la maquinaria guerrerista de la economía yanqui.
Cuba está en el punto de mira de las pretensiones hegemónicas estadounidenses desde la época del colonialismo español, pero a partir del triunfo revolucionario popular de 1959 en que la nación ganó, defendió y sostiene su soberanía -pese al criminal bloqueo y disímiles embates- la paranoia contrarrevolucionaria enemiga, con un exiguo apoyo de vasallos dentro y fuera de Cuba, no ceja en sus empeños de poner de rodillas y colonizar a la isla.
Es por ello que cuando leo apuntes de la vigente ley de Ajuste cubano de Bush, "el hijo", donde se puntualiza, entre otras afrentas, la creación de orfanatos para los niños que pierdan sus padres en la llamada transición, pienso en los crímenes cometidos por los nazis y el destino que para los cubanos tienen preparado en sus calenturientas mentalidades los fascistas de hoy.
En el año 1973 visité y recorrí, en compañía de mi colega y profesor de periodistas Francisco Varona "Paco", del periódico Adelante, el campo de concentración de Oswiecim, en polaco, pues los nazis lo bautizaron como Auschwitz, y nunca he podido borrar de mi memoria las cientos de banderas que hoy ondean allí, para atestiguar la salvajada cometida contra millones de judíos polacos y de otras muchas nacionalidades.
En el lugar de los fusilamientos la tierra, otrora amarillenta, cambió su color por un oscuro intenso debido a la sangre de las víctimas, en tanto en el entorno de las cámaras de gas Ziklon B y en los hornos de cremar los cuerpos de hombres, mujeres, niños y ancianos, aún se percibía el horror de los que allí murieron.
Desconozco si todavía persisten allí, guardados en vitrinas de cristal cortinadas con enormes telares de pelo humano, fotos y películas de los archivos nazis, y otros muchos objetos hechos con piel de personas, como carteras, guantes, fundas de pistolas, chaquetas botines y zapatos… en fin, una muestra de hasta dónde puede llegar la degradación humana, que aún al cabo de tantos años, y de haber mutado, eriza.
Tras sus agresiones a Irak y Afganistán, los yanquis abrieron cárceles secretas en diversas partes del mundo, en algunos casos con la anuencia de los gobiernos de esos países, y en otras, como en la ilegítima base naval de Guantánamo, a despecho de los cubanos y de las autoridades de la nación.
Todos esos son elementos que ratifican la vigencia del fascismo hoy, que con técnicas de punta invaden el ciberespacio mediante injerencias como ZunZuneo, Piramideo y otras; verdadera preparación del terreno para embestidas de guerra, lo que hace estar muy alertas.
Por supuesto, en el caso de Cuba, siempre se quedarán con las ganas, pues no se descuidan los preparativos para la defensa en todos los frentes, ya que el que no lo haga, como dice Fidel, no sobrevivirá al error. Esa es la máxima de los cubanos de hoy. Que lo tengan por seguro.