Luz de valentía, compromiso y pasión en la historia de Cuba; mujer de sacrificios y determinación ante la lucha por la libertad y la justicia social; heroína inquebrantable fue Melba Hernández.
Ancha, oscura, aterradora, la columna de calor y tizne buscaba el cielo; en lo alto remataba su corona siniestra con un sombrero de humo, hongo mortal que, a las tres y diez de aquella tarde de viernes, 4 de marzo de 1960, dejó a La Habana sin sol durante unos minutos, y a Cuba herida de una cuchillada que aún duele.
Los cubanos encaramos, en el terreno de las ideas, una cruzada que no por ser de vieja data se torna menos peligrosa. si antes fue difícil enfrentarla, ahora lo es mucho más.
Hoy 24 de febrero, un nuevo resplandor fulgura en la nación cubana, cuando la inmensa mayoría de su pueblo enfrenta con toda decisión y seguridad vencedora nuevos embates ante el empeño de edificar la patria libre y soberana para el bien de todos.
En fecha tan temprana para la revolución cubana, como el 14 de abril de 1961, en medio de la Campaña de Alfabetización y a tres días de que se iniciara la invasión yanqui por Playa Girón, Fidel dejó inaugurada la primera Escuela Nacional de Instructores de Arte del país, con una matrícula de cuatro mil estudiantes.
Raquel Otaño Piñero dedicó 26 años de su vida a la industria alimentaria y en ese andar formó a decenas de profesionales desde la Dirección de Recursos Humanos de la Empresa de Bebidas y Refrescos de Camagüey, convertida en un hogar y una escuela para ella.
Al caminar en estos días la ciudad, inmersa en el bullicio y el jolgorio por el aniversario 510 de la fundación de la otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe, no escapa la necesidad de dejar constancia de enaltecedoras imágenes del paisaje principeño, y así lo hacen no pocos transeúntes.
Corría el año 1749 y la Orden de los Jesuitas reunió una cifra no muy superior a los 50 mil pesos con el empeño de construir en Camagüey un colegio, finalizado ocho años después, mientras terminaban otro en La Habana.
Las malas palabras se han puesto de moda: en algunas canciones (sí así se les puede llamar); están en la boca de muchachos y hasta de personas mayores que suben a un ómnibus o están en una cola. Hay quienes lo ven como algo normal, incluso sin darse cuenta tararean letras que ni siquiera debieran pronunciarse.
El 22 de enero de 1869, a poco más de tres meses del comienzo de la primera guerra de independencia en los campos orientales de Cuba, un valiente acto protagonizado por artistas criollos en el Teatro Villanueva, en La Habana, ponía en alto el patriotismo y el amor a la libertad de los hijos de esta tierra.
Hay ciertas noticias que llegan al revés y, como no tenemos preparadas para ellas la agenda de nuestras vidas, nos cuesta más aceptar, digerir, escribir… Se supone, por ejemplo, que sean los jóvenes periodistas quienes despidan con sus crónicas a los colegas viejos que partan, así que, cuando Yurislenia Pardo Ortega acaba de morir con apenas 35 años y dos pequeñas hijas que empinar, uno se ratifica en la idea de que no solo sabe muy poco de periodismo, sino que el periodismo mismo a veces no alcanza a entender la vida.
Porque la radio existe nos saludamos ahora. Por ella nos conocemos aunque nuca hayamos visto tu cara ni tú las nuestras, aunque no nos parezcamos a esa persona que imaginas, o quizás sí, porque tú entiendes lo que somos aquí, donde somos más auténticos.