Desde Pinar del Río hasta Guantánamo le han cantado a la Palma en los más diversos estilos y enfoques. Personalidades como José María Heredia, Plácido Milanés, Julia Pérez Montes de Oca, Mercedes Matamoros, José Martí, Regino Eladio Boti, Emilio Ballagas, Agustín Acosta, Nicolás Guillén, Virgilio Piñera, Cintio Vitier, Fina García, César López, y otros, pusieron su ingenio en función del árbol, de su belleza, bondades y significación.
En cualquier parte de la ciudad de Los Tinajones podemos encontrar disímiles variedades de faroles, luminarias que además de alumbrarnos en las noches, coronan con su inigualable belleza ornamental a cualquier hora del día la estirpe patrimonial nuestra.
Todo transeúnte queda deslumbrado ante la belleza inigualable de las construcciones arquitectónicas del legendario Camagüey, pues en perfecta armonía confluyen estilos, estructuras y detalles, que confirman el diálogo epocal entre la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe y la contemporánea Ciudad de Los Tinajones.
Los camagüeyanos entre tantas fortunas poseen un medio ambiente único, colmado de hermosas plantas, paisajes y una fauna sin igual.
“¿No la veis? Mi bandera es aquella que no ha sido jamás mercenaria, y en la cual resplandece una estrella, con más luz, cuando más solitaria”.
Desde antaño, la provincia de Camagüey nunca ha estado ajena a la presencia de la herrería. Ya sea en exteriores como en interiores, las construcciones domésticas legendarias de esta suave comarca de Pastores y Sombreros, a decir de Nicolás Guillén, nuestro Poeta Nacional, deslumbran a todos con la belleza de sus rejas.
En Camagüey como en Cuba, podemos encontrar a nuestra Palma Real, la reina de la campiña, esa, que con su altivez nos evoca siempre el orgullo patrio y el coraje de los mambises en la otrora manigua insurrecta. (Texto: Jorge Enrique Fuentes Ruiz /Radio Cadena Agramonte) (Fotografía: Humberto Cid González)
En cualquier techo, esquina o porción de tierra de la provincia agramontina, los transeúntes pueden admirar las plantas silvestres, esas que con sus alegres coloridos coronan hermosamente el medio que las circunda.
El legendario Camagüey en los más de 500 años de existencia no claudica en el empeño de enamorar a todos. Historia, cultura, tradición, así como su cubanía, lo destacan en cualquier parte del mundo.
El medio ambiente agramontino enamora a todos. La quietud local, el inigualable verdor tropical del paisaje silvestre y la presencia de los legendarios tinajones confirman lo auténtico de la tierra de El Mayor.
En el Casino Campestre de Camagüey, el parque urbano más extenso de Cuba, se puede disfrutar de un palomar en forma de colmena que atrae a niños y adultos.
Desde la colonia los camagüeyanos se caracterizan por el refinado ideal estético a la hora de amueblar sus casonas lugareñas. Hasta la actualidad pervive en el tiempo el diseño sobrio de los juegos de sala, comedor, cuartos, entre otros.