Camagüey, una de las ciudades más antiguas y encantadoras de Cuba se erige como un símbolo de la riqueza cultural y patrimonial.
El Centro de Convenciones Santa Cecilia, ubicado en la ciudad de Camagüey, se erige como un espacio emblemático que no solo alberga eventos, sino que también inspira la creación artística en diversas formas.
El Hotel San Juan de Dios, situado en el corazón de la ciudad de Camagüey es un encantador establecimiento que fusiona la rica tradición de la arquitectura colonial con las comodidades contemporáneas.
Los tinajones son una de las características más emblemáticas de la ciudad de Camagüey, estas grandes tinajas de barro, que tradicionalmente se utilizaban para almacenar agua son un símbolo de la cultura y la historia de la región.
La Plaza San Juan de Dios en Camagüey, un tesoro arquitectónico del siglo XVIII, se erige como uno de los rincones coloniales mejor conservados de la ciudad.
Camagüey, una ciudad que se erige con orgullo en el corazón de Cuba, es un testimonio viviente de la historia y la cultura de la nación.
En esos pies está Camagüey, un Camagüey recorrido en sus adentros, desde sus solares, donde nació el Sóngoro Cosongo, o el voceo mezclado con las omisiones de sonidos que complementaron el elegante hablar que dio prestigio a la ciudad.
El flamboyán es uno de los arbustos más bonitos y mágicos que adornan nuestro entorno, ya sea dentro de la ciudad, en jardines, patios, parques, o en lugares más intrincados.
¡Oh, Camagüey! Caminando sus calles me acabo de encontrar con Nicolás, un negro bembón; cerca va una mulata con tanto tren... y allá se oye un voseo que nos recuerda lo de los dos abuelos, a una Santa Bárbara según dicen unos, a Changó para otros y lo de congo con lo de carabalí nos salta a la vista y al oído.
Muchos corazones camagüeyanos laten en cualquier lugar al recordar su Vocacional. El Instituto Preuniversitario de Ciencias Exactas (IPVCE) Máximo Gómez Báez deja huellas para toda la vida y esta imagen, en la noche de becas, bailables y autoestudios nos pueden traer tantos recuerdos que parecen semblanzas de lo que fue esa inolvidable etapa.
Desde un balcón camagüeyano se ve la cúspide de una iglesia, es un balcón del que también puedes mirar al patio interior con su tinajón, con su pedazo de historia; ves un poco del cielo y de historia, de los credos y nombres, del ayer y del hoy.
Y después El Lugareño se convirtió en poblado, en pueblo, en un pedazo social, en central azucarero, en otro pedazo económico, en calle que es un pedazo de muchos caminos, de muchos días de trabajo o de paseo, en pedazos culturales de libros, revistas, un sello editorial, en un edificio multifamiliar, pedazo de demografía y construcción.