“¿No la veis? Mi bandera es aquella que no ha sido jamás mercenaria, y en la cual resplandece una estrella, con más luz, cuando más solitaria”.
Desde antaño, la provincia de Camagüey nunca ha estado ajena a la presencia de la herrería. Ya sea en exteriores como en interiores, las construcciones domésticas legendarias de esta suave comarca de Pastores y Sombreros, a decir de Nicolás Guillén, nuestro Poeta Nacional, deslumbran a todos con la belleza de sus rejas.
En Camagüey como en Cuba, podemos encontrar a nuestra Palma Real, la reina de la campiña, esa, que con su altivez nos evoca siempre el orgullo patrio y el coraje de los mambises en la otrora manigua insurrecta. (Texto: Jorge Enrique Fuentes Ruiz /Radio Cadena Agramonte) (Fotografía: Humberto Cid González)
En cualquier techo, esquina o porción de tierra de la provincia agramontina, los transeúntes pueden admirar las plantas silvestres, esas que con sus alegres coloridos coronan hermosamente el medio que las circunda.
El legendario Camagüey en los más de 500 años de existencia no claudica en el empeño de enamorar a todos. Historia, cultura, tradición, así como su cubanía, lo destacan en cualquier parte del mundo.
El medio ambiente agramontino enamora a todos. La quietud local, el inigualable verdor tropical del paisaje silvestre y la presencia de los legendarios tinajones confirman lo auténtico de la tierra de El Mayor.
En el Casino Campestre de Camagüey, el parque urbano más extenso de Cuba, se puede disfrutar de un palomar en forma de colmena que atrae a niños y adultos.
Desde la colonia los camagüeyanos se caracterizan por el refinado ideal estético a la hora de amueblar sus casonas lugareñas. Hasta la actualidad pervive en el tiempo el diseño sobrio de los juegos de sala, comedor, cuartos, entre otros.
Es posible desde los cristalinos espejos de agua que se forman en los adoquines camagüeyanos después de la lluvia, apreciar el entorno citadino.
La artesanía en vidrio constituye manifestación cultural que sublima el espíritu humano de los camagüeyanos. Los vistosos vitrales, juegos de copas, así como figuras, ceniceros, entre otros objetos decorativos elaborados en esta tierra, revelan indiscutiblemente el refinado paradigma ideo-estético de sus creadores.
Al pasear por la capital agramontina deslumbran al visitante con un torbellino de claroscuros los faroles, en cada esquina, plaza o recinto enriquecen el patrimonio y dan un matiz mágico a la ciudad. (Jorge Enrique Fuentes Ruiz/Radio Cadena Agramonte) (Foto: Humberto Cid González/Radio Cadena Agramonte)
La imaginería católica de antaño forma parte indisoluble del patrimonio cultural agramontino. Ya sea en plazas, en construcciones arquitectónicas eclesiales, o en el Cementerio General de Camagüey, entre otros espacios, estas sugerentes esculturas cuentan lo real y maravilloso de la comarca principeña.